Ana no tiene la menor idea de quién era en realidad ese hombre, parado a su lado, que decía llamarse Alan Edgge. De pronto se percataba de que nadie preguntaría por ella. “La misantropía de siete años hace que hasta la realidad te olvide”, pensó. Un escalofrió la sacude. Estira las manga de su abrigo para cubrir las manos temblorosas.
–Ana, voy a ser absolutamente franco en esta conversación que mantendremos, usted y yo. Después, primará su decisión. Si desea irse, la acompañaré hasta la puerta de salida.
La luz se cuela por las rejas del ventanal de la oficina salpicando paredes y objetos con extraños matices dorados que hieren sus ojos. Los entrecierra y, ve el bolso sobre el escritorio. Su bolso
–Ana, la encontraron con un arma en la mano. Sí, está allí, dentro de su bolso. Un excelente amigo de la justicia no permitió que cometiera una locura. En estos momentos, si él no hubiera intervenido, usted estaría presa. ¡No!, no diga nada, permítame seguir–Esa nota de dureza en la pronunciación del no, chocó a Ana–. Soy miembro activo de un grupo de investigadores. Hemos seguido el caso del doble homicidio desde el inicio. No por usted, sino por el asesino: Un hombre inmensamente poderoso, capaz de corromper hasta el alma más inocente. Demasiados asesinatos, ninguna condena –Alan Edgge, dedicó una mirada al portarretrato sobre el escritorio y prosiguió–La pregunta insignia de este grupo de investigadores es: ¿Posibilidades? Para usted Ana, en estos momentos, existen dos posibilidades. Una, es tomar su bolso y marcharse, La otra, es atreverse a ser voluntaria del proyecto. ¿Se ha preguntado qué define la palabra venganza? ¿El significado… o el concepto? ¿Qué es para usted, justicia? ¿Qué es venganza?...porque justicia no es venganza y venganza no es justicia.
Ana lo miró desconcertada. Apenas logró contener un pestañeo
–Yo no…–consiguió murmurar
– Disculpe Ana, la estoy confundiendo. Lo que intento decirle es que sé por lo que está pasando. En estos momentos, usted, está en el submundo de las palabras, entre sus letras negras, negrísimas y, rabiosas. Mientras esté allí, no logrará su objetivo sino logra saber extraer el concepto x de la “palabra x”, que se repite en su mente. Puedo ayudarla
– ¡Ahora hablará de justicia divina y que la vida sigue, doctor!- silabeo con fuerza entre dientes–Ese cuentito lo escucho desde hace siete años.¡ Estoy muerta ¡ ¡ Entiende usted!
Los ojos celestes de Edgge se veían serenos, claros y serios cuando continuó.
–Le hablo de convicción y ciencia, Ana. Sé qué es difícil entender. Es como ofrecerle un vaso lleno de cuadraditos de papel y decirle que es agua y, que debe tomarla. Acompáñeme.
Los dos salieron del despacho casi al mismo tiempo. Caminaron doce metros por una galería que desembocaba a una puerta de hierro con llave. Edgge giró la llave, empujó la puerta. Un estrecho pasillo levemente iluminado con luces guías, se presentó a la vista de Ana. Caminaron por él en fila india hasta una nueva puerta con llave. Edgge sacó una llave del bolsillo de su pantalón, la acomodó en la cerradura y la hizo girar, pero antes de empujar la puerta, la miró. Ana devolvió la mirada indicando que no sentía miedo.” Bueno-se dijo para si-Así son las cosas. Tienes que ser fuerte un poco más”, siguiendo a Edgge. Ingresaron a un pequeño y frío recinto cuyas paredes estaban forradas de lockers. Un fuerte olor a químicos la hizo estornudar. Edgge , abrió uno y la proveyó de barbijo, guantes, gorro y un guardapolvo azul Con señas le indicó que se los colocara , al mismo tiempo él lo hacía.
El laboratorio parecía una inmensa sala de hospital, sin camas. Blanco, blanquísimo. Sobre los laterales se hallaban divisores totalmente vidriados que a su vez formaban laboratorios individuales. Hacia allí se dirigieron
–Ana. Aquí trabajan químicos, físicos, genetistas, ingenieros y médicos especializados. Todo lo que aquí le muestre, parecerán piezas de un rompecabezas. Cuando le explique cuál es el proyecto, usted podrá, asociar cada pieza y armarlo. Pero venga, quiero mostrarle la joyita
Un aparato parecido a un tomógrafo aunque totalmente cerrado con un material transparente que no era vidrio, estaba conectado a varios ordenadores y a otra máquina que tenía el aspecto de una impresora.
– Esa impresora es una bioimpresora 3D, trabaja igual que cualquier impresora común, pero en vez de usar papel, utiliza células procesadas. Esa cápsula parecida a un tomógrafo escanea órganos y profundidad de la piel. La imagen escaneada se traduce en una imagen digital 3D para calcular la cantidad de capas de células que se necesitan imprimir
¡NUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU! ¡Lilian, no podés cortar la historia ahí! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
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