No sé ustedes, pero yo siento que vivo en un mundo francamente de mierda. Atención que reconozco mis privilegios: hice una carrera (que con frecuencia pienso que fue al pedo), tengo un trabajo estable (privado… o sea…), puedo visitar a mi familia en el tercer mundo casi una vez por año… ¡ah, sí! Porque vivo en el primer mundo. Y me las arreglo para escribir.
El mundo de mierda (y disculpen el modo calle de este relato) me jode por muchas cosas. La primera, quizá la más mierdera, es el tema del individualismo, que yo se lo adjudico a la cultura norteamericana, en lo que “excelsan”. Basta encender la tele aquí, allá o en cualquier parte para ver el mismo triquitriqui: expertos científicos sin máculas que resuelven con una ciencia inexistente (y una moral que siempre deja duda) los casos patafísicos que esa misma sociedad crea; el juego de la justicia (que tanto adulan aquí y allá) y la frasesitasardóonica esa que todos conocemos “tiene derecho de guardar silencio, lo que diga puede ser utilizado en su contra”, que en realidad es “si tenés plata para pagar un abogado tenés una posibilidad”; y la irrealidad de la telerealidad que me parece increíble que enganche a la gente; y los finales ho-ren-dos de películas de las majors con buenos guiones que terminan en el beso, en el heroísmo, en el súper héroe que salva a la humanidad un 4 de julio, o cualquier otro día pero desde NYC o desde LA.
Bueno, reconozco que el planteo es bastante superficial. Habría que hablar de la plata y de los que la manejan. Pero soy científico y suelo relacionarme con los ídem del círculo. El mes pasado, en Viena, me encontré con un eximio doctor en física de fluidos que me decía en un perfecto francés: hace más de quince años que podríamos haber salido de la dependencia del automóvil a nafta, pero son los intereses de las grandes automotoras multinacionales los que hacen que los gobiernos se bajen los pantalones (obviamente traduzco mal) y no adjudiquen presupuesto a las investigaciones que buscan una manera de mover el auto con otras transformaciones energéticas. Y le pregunté, existe alguna forma de mover un auto sin usar los derivados de petróleo, y su respuesta fue contundente: sí, desde hace décadas, pero eso no conviene el lobby petrolero de los estados unidos. Estuve buscando en Internet, y ese tipo de información, como la contraria, siempre se encuentra. Pero, ¿la verdad? La verdad es eso que se consume.
Otra cosa que me jode de este mundo de mierda es el decontextismo. Es un nuevo síndrome no tan nuevo pero nuevamente utilizado a mansalva para fines individuales. El último ejemplo galo que vale la pena de mencionar es el de una joven candidata de color cuasi-oficialista que dijo textualmente –según uno de los pasquines que comercian con eso– a los empleados durante su visita a una fábrica a punto de cerrar, yo estoy aquí entre ustedes, a pesar del desinterés del gobierno. Demás está decir que la susodicha se vio obligada a dejar su puesto en el seno de ese gobierno desagraviado en menos de 24 horas. Lo que dijo la muchacha en un discurso de unos diez minutos fue que ella estaba allí, entre ellos, a pesar del desinterés del gobierno que algunos pretendían ensalzar, pero que el gesto hablaba por sí mismo. Se llama Rama Yade, una tipa brillante, y participó del gobierno de Sarkosy hasta ese evento, hace un año.
En el mundo de las comunidades virtuales, el tema es básicamente el mismo. No voy a decir que sea una mundo virtual de mierda, porque si no me sepultan. Pero hay de una mierderismo y mierderos. Al menos es lo que percibo o sufro, salvo que yo sea también un mierdero –cosa que no me extrañaría. Por ejemplo: cuando en 2005 o 2006 se supo que Bucay plagiara casi un cuarto de su best seller copiando los escritos de una colega (M. Cavallé), la defenestraron a ella en todo espacio de divulgación posible. Hasta se pueden leer hoy en la red espacios en los que –pro Bucay– gente escribió testimonios en contra de la mujer, a niveles que llegan a la prostitución. Bucay, antes de declinar frente a la justicia su error, decontextuó (ya sé que no existe el verbo) cada una de las demandas de Cavallé. Por ejemplo, cuando Cavallé le citaba párrafos enteros de sus seminarios presenciados por cientos de personas pidiéndole explicaciones, él montaba notas o blogposts (era fuerte en eso de usufructuar la red) usando frases de la mujer sacadas de contexto. Si bien hoy ya hubo justicia y Jorge Bucay tuvo que pedir disculpas e indemnizar a Mónica Cavallé, toda una masa de lectores lo sigue leyendo y gasta plata en la esperanza de autosuperarse. Miente, miente, y algo quedará, dicen, dicen, y parece que pasa.
Tengo otros ejemplos, menos people (Bucay ya pertence a ese triste jet-set de la mediocridad) que me tocan. Yo escribo, muuuuucho menos que Bucay y decididamente muuuuuuuucho menos vendible. Pero me rozo con gente que escribe. He tenido la posibilidad de conocer enormes escritores que admiro. Y luego está la vida, el mundo de mierda, o esa cultura (que sigo pensando es herencia de los norteamericanos que se alimentan a pop-corns y que han hecho de este mundo… un mundo de mierda).
Entonces uno se encuentra releyendo una de sus frases en un contexto de discusión por opiniones distintas, frase que dice textualmente: no creo que hayas leído mi aporte; para verla transformada en una factura que una víctima utiliza para justificarse, más allá del recuerdo que esa frase tenía (y tiene) en una realidad fáctica simple y que no fue emitida con ningún tipo de demanda, salvo la que se pidiera después, que tampoco fue considerada. En el mismo decontexto aparece otra mención que califica a su creador de monstruo desconsiderado: No voy a adaptar mi texto a la nueva norma. La frase citada tiene un punto que agrega el citador, pero en la realidad del texto original hay una coma y una construcción que sigue y que modifica (y de eso se trata) la frase principal: porque francamente no tengo tiempo. Y más aún: uno se convierte en victimario (¿fascista? me pregunto) cuando se lee parcialmente en la frase que se cita ‘tiene que ser "claro, simple y sin mayores innovaciones"’. Sí, al leerlo parece una orden, un principio irrefutable. Pero la frase en su contexto señalaba que el espacio donde se leen y escriben textos literarios tiene que tener esas características.
El decontextismo tiene eso que a mí me recuerda que vivimos en un mundo de mierda donde el mierdero que tiene la oportunidad (porque también tiene la esencia) nos hace la vida más de mierda. Lo único que sé que puedo hacer para modificarlo es esto. Escribir. Aunque seguramente alguien, el mierdero o quien lo siga, se las ingeniará para sacar de contexto ciertas frases que aquí he escrito. Y eso que yo no estoy a la altura mierdera de Bucay ni en la mierda de profundo desconocimiento de Cavallé o enterrado en el merdum inquisicional de Yade… Pero qué mundo de mierda, mecagum!
BILOGUERO ...tú tienes como, yo lo se. Practica "el alquimismo". Puede pasar que putear sea un acto para liberar energía (a mi me encanta putear como lo haces tu, y si pego en el centro mucho mejor) puede ser que estes teniendo razón (y de hecho te cuento que a mi una vez a la semana me pasa eso que describes). Trato de encontrar en este foro una veta de redención. Y a veces siento que lo logro. Un placer.
ResponderEliminar...lograrlo (fe de errata, lo que falta).
ResponderEliminarAlejandro: Extrañamente (por lo que alguna vez me dijiste, “para variar”, habrás de recordarlo) coincidimos en casi todo, con la siguiente salvedad: yo no considero que este sea un mundo de mierda, creo sí que hay gente de mierda con mucho poder, y una buena parte de esa gente de mierda anda gobernando al mundo, pero eso es otra cosa. No lo considero porque en el mundo también hay gente fantástica, por lo que bien podría decir si me paso a la otra vereda, que el mundo es fantástico, y el mundo no es fantástico, igual que no es de mierda, según mi visión de las cosas. Esa es la salvedad a la que me refería.
ResponderEliminarTe habrá pasado que tratando de escribir algo, que uno, o dos, o varios, le dieran a lo escrito una interpretación diferente respecto a la que vos pensaste que le darían. Una cosa es entonces lo que queremos escribir, otra lo que después nos sale, una tercera y con miles de variantes es lo que otros interpretan, e hilando fino quizás exista una cuarta que sería lo que realmente dice aquello que se escribió, distinto de lo que pretendía expresar su autor, y de lo interpretado por los lectores.
Esto quiera decir que lo que nosotros escribimos “diciendo” alguna cosa, otros lo “escuchen” leyéndola de otra, y cuando nos reclaman por lo escrito, si no es lo que nosotros quisimos decir, responderemos que está sacado de contexto, y no siempre es así. Por supuesto, y no digo que sea tu caso, muchos y en todo ámbito no son capaces de sostener lo que escribieron, y dándose vuelta como un panqueque, argumentan que los demás sacaron de contexto sus dichos.
Has hecho una larga exposición para llegar al punto de aludirme, pues te referís a frases tuyas utilizadas para comunicarte conmigo, que a mí no me gustaron no me gustaron y cité, para vos, sacándolas de contexto. El punto es que no las saqué de contexto, sino que las “escuché” de la forma que dije escucharlas. Eso es todo.
Respecto a lo que has escrito ahora, verás que nada saqué de contexto, contrariando esa apreciación tuya tan equivocada como la mía (por lo que vos expresas aquí) cuando hice referencia a alguna de tus frases.
¡Ah!... Hay una deferencia más entre tu modo de ver las cosas y el mío, y es esta: según lo que entendí que es un “mierdero”, y por lo que vos hacés en este mundo virtual, no te considero un “mierdero”, y por sobre todas las cosas, no me considero un “mierdero”, pero, ya sabemos, es esto como las cosas que escribimos, nosotros le damos un sentido, y hay que ver qué sentido le dan los demás. Tal vez ambos seamos “mierderos”, yo sin saberlo.
Saludos cimereños.
Daniel.
Es lo que yo siempre digo: vamos derechito hacia el fin de la especie. Es irremediable. Hay un concepto, una definición que encaja perfectamente en todo lo que has expresado: GLOBALIZACIÓN, que es la etapa final y más acabada del imperialismo dominante. Poco importa que estés en Europa o en cualquier lugar del Asia o América. Estarás condenado a ver los mismas noticias, los mismos videos de Youtube, los mismos programas convertidos en franquicias globales. La misma estupidización de las masas multiplicada ad infinitum con la misma absurda idea de que el auto, las autopistas, y una casa que derrocha energía es "lo más". Por todo eso, la humanidad se ha empobrecido en todo sentido: en el literal y en su concepción de ser. Además ha arrastrado al planeta entero hacia su degradación y a la extinción masiva.
ResponderEliminarHacer un mundo descentralizado donde el hombre aprenda a cultivar una lechuga o a tener un criadero de conejos,o que fabrique sus propios muebles a su gusto, llegado el caso sin importar donde se encuentre. Donde el trabajo no se sea alienante y se pueda vivir sin excesos pero con la dignidad que debe tener un ser humano, es el gran desafío de este siglo. Lástima, que eso jamás se logrará. Es una quimera, una utopía absurda pretender una escala de valores adaptada a lo que somos. Cuanto más se crea que el "american way of life" es lo mejor, más pronto caeremos en el abismo. Es inexorable. A no ser que haya una revolución global que nos despierte y hunda definitivamente este sistema podrido basado en el poder de unos pocos, lo que veo muy poco probable.
Fe de erratas:
ResponderEliminarAlejandro.
Donde dice "esto quiera decir" léase, "esto quiere decir"
Donde dice "deferencia", léase "diferencia"