Era el séptimo día de la creación universal, Dios decidió descansar para disfrutar y tratar de detectar algún problemita.
Todo estaba perfecto, el sol tímidamente asomaba en el horizonte con mucha cautela, probando el calor de sus nuevos rayos e iluminando el mundo recién estrenado,
El Creador paseaba controlando cada rincón, de pronto descubrió unas cuantas cajas casi vacías y con distintas inscripciones,.
Ahí se dio cuenta que un humano no había ido a recoger sus dones
Esperó y esperó, junto al ángel de la guarda que correspondía a ese humano, este ya casi perdía las esperanzas de que apareciera su protegido.
El sol agotado de vagar por todo el cielo ya se retiraba para dar paso a la Nueva Luna, que coqueta no veía la hora de hacer su deslumbrante aparición vestida de plateado y con oscuro manto de terciopelo cubierto de brillantes lentejuelas.
Los penetrantes ojos de Dios detectaron que por el serpenteante camino venía alguien, empezaron a lo gritos-¡apúrate que se acaba el día y te quedas sin tus dones!-
Cuando me di cuenta que era a mi que llamaban apuré el paso.
Dios en su bondad me habló con infinita paciencia, mi Ángel de la Guarda me miraba como pensando, -Justo a mi me tenía que tocar esta.-
Que te pasó que llegas tan tarde?-
Divino Padre, salí temprano para venir a recoger lo mío, pero me distraje admirando las bellezas que creaste, oliendo las flores, oyendo el trino de los pájaros y me entretuve escuchando historias que me contaba la gente- todo es tan perfecto que mi alma rebosa de felicidad y no tuve en cuenta que el tiempo se escurría.
Afligidos me miraban, no sabían como explicarme lo poco que quedaba para ofrecerme.
Mirá dijo– lo primero que pidieron fue belleza, que es efímera, con los años se marchita-
la ambición y la soberbia, el egoísmo que engendra casi siempre destrucción, también se acabó, todos pidieron triunfar social y financieramente en la vida..
La dignidad y la piedad no la quiso prácticamente nadie.
Ya que demostraste tu sensibilidad por las cosas simples, tu amor a la naturaleza y tu predisposición para llevarte bien con tus semejantes, vamos a mezclar los restitos que quedan y te ofrecemos el don del amor y disfrutar todo lo que te rodea y de acuerdo a como cumplas con las tareas- cosecharas tu siembra.
Agradecí humildemente los dones y acá estoy, feliz y pobre como una laucha, disfrutando de las cosas bellas que encuentro en mi camino y cosechando a lo largo de mi vida de muchos y buenos amigos.
No perdí la costumbre de enredarme en cosas incongruentes, algunos días especiales esa pizquita de orgullo y soberbia que había quedado en la caja hacen eclosión y mi pobre ángel de la Guarda se lleva cada sorpresa, que bueno en fin… esa es otra historia.
soñadora
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¡Qué linda historia, Tere!
ResponderEliminarGreis
Muy linda historia.
ResponderEliminarángel de la guarda, dulce companía...
Un abrazo
Buen texto.Y te felicito por el premio.
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