Aquella mañana de otoño el río Negro estaba tan, pero tan quieto, que más que un río parecía un tranquilo lago de agua dulce.
Flotando mansamente una hoja de Sauce Llorón dormitaba cerca de la costa.
Un pequeño pez, tratando de aprender a nadar daba vueltas y más vueltas, ligerito, alrededor del casco de un bote hundido.
-¿Qué haces? –le preguntó la hoja de mal modo cuando al pasar a su lado el pez la salpicó.
-Perdóname, estoy aprendiendo a nadar -le contestó el pez al tiempo que se secaba la transpiración por tanto esfuerzo.
-No seas tonto, no vale la pena pensar tanto y trabajar y trabajar. Es más fácil flotar y flotar y dejarse llevar por la corriente -replicó la hoja, dándose vuelta para seguir durmiendo.
Al llegar el invierno comenzaron las lluvias. El río aumentó su caudal. La fuerte correntada empujaba todo hacia el mar.
La hoja de Sauce Llorón, sin saber nadar era fácilmente arrastrada a su destino fatal.
Mientras que el pececito con muchas ganas y empeño, nadando y nadando en contra de la corriente se acercó al casco del bote hundido y en un remanso del río esperó con tranquilidad que la tormenta pasara.
MORALEJA: Se tu mismo. No dejes que te lleve la corriente.
¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡Qué lindooooooooooo!
ResponderEliminarEstimadísimos: Aunque ya estamos en invierno y pasó el otoño igualmente suelen haber hojas tardías de Sauce LLorón flotando en el río.
ResponderEliminarMe gusta el género porque haciendo hablar a animales o cosas se pueden decir palabras muy ciertas. Recuerdo en la secundaria leíamos todas las fábulas que encontrábamos y las debatíamos. Tenía una profe muy buena...Gracias
Jorge