domingo, 6 de marzo de 2011

RECUERDOS DE BARRIO









Camino.
Una música conocida me lleva hasta el bar de Humberto y Defensa. El bandoneón deja oír los primeros acordes de un tango lastimero y sentido que va pintando con su “Tinta Roja” adoquines del pasado en el gris del ayer. Caen las notas empujando recuerdos de un tiempo que pasó.
Dos malevos se dan cita en la noche oscura, a uno lo llama la venganza, al otro el dolor de la mujer infiel. Los hombres se miran sin verse. No quieren saber el color de la piel de ese otro que oculta la inquietante dolencia de un cuerpo con tajaduras del pasado. El olvido faltó a la cita. Los ojos se encuentran desafiantes, seguros, midiendo distancia.
En instantes comenzará a mancharse de rojo el negro empedrado con la sangre del rencor y el odio contenido que persiste. El saco envuelve el brazo del amparo, aunque poco ha de servir cuando el cuchillo atraviese las entrañas en la noche fatal. Noche oscura sin luna. Casi no se ven los malevos, pero se presienten. Los pasos medidos los acercan y los pegan cuerpo a cuerpo. Caen al mismo tiempo. No se conocían, ahora los acerca el fin. Saben que son de buena tinta cuando las notas de aquel tango inconcluso les trae en el instante final, el recuerdo de aquella que amaron hasta morir. Malena tiembla al ver los cuerpos inertes. Una última mirada y se va casi corriendo. Sobre sus espaldas pesa la culpa de un hombre no querido, y el dolor de un amor perdido. Amó a Julián. Lo conoció en un tugurio del Bajo Flores, era noche de carnaval.
Le había pedido a Pedro, su marido, que la llevara al festejo, él accedió de mala gana. Se perdía el partido de truco con amigos. Nunca salían juntos. No había pasado demasiado tiempo en el lugar de la fiesta cuando Pedro le dijo que se aburría. Le pidió dos horitas, el bar estaba a tres cuadras de allí y era seguro que todavía los amigos lo esperaban. Pasala bien, es toda gente conocida, vuelvo a buscarte, dijo y se fue. Malena se quedó sola apenas unos minutos, Julián se acercó para invitarla a bailar, se miraron a los ojos, él la tomó con fuerza de la cintura. Un tango de dos por cuatro y el abrazo sensual hicieron el resto. Se amaron. Pedro los vio juntos un domingo en el que volvía a su casa dos horas antes de lo previsto. Juró matarlo. Juramento que cumplió y pagó con su vida.

Camino.
Balcarce, y la vieja casa que me vio nacer. El almacén de Don Taquito, nos peleábamos por ir a comprar porque sabíamos que venía “la yapa”. Me gustaba ver como envolvía los fideos dándole forma de empanada al papel. Dice mi mamá que me lo anote Don Taquito. Mamá siempre con la libreta, claro si no tenía un peso partido al medio.
Mi barrio huele a magnolias, el árbol florido de la escuela perfuma el aire. El olfato pide más y se lo guarda. Tal vez porque al cruzar la calle empedrada, espera en su casa de la vieja iglesia San Pedro Telmo, el Cristo Redentor. Allí la ofrenda de la blanca magnolia y su perfume llenan de luz el espíritu. Una larga alfombra roja me lleva hasta el altar sagrado, el mismo que conserva a través del tiempo la emoción en el recuerdo del vestido blanco y un sí quiero para toda la vida.
Camino.
San Telmo, barrio de taitas y matones, ya no quedan. Sí, algunos conventillos con chapa en la puerta “Aquí vivió…” Sí el parque, ahora lleno de artesanos sin permiso.
¿Te acordás papá?...tardes de domingo de calesita, museo y juegos que disfrutábamos con vos.
Eras todo nuestro. Te extraño. Más tarde el progreso te pasó por encima y la autopista te partió al medio. Sí quedan también los recuerdos sin tiempo y algún poema afligido para sentirte cerca.


Barrio, mi barrio San Telmo
Aquel que huele a nostalgia
Y un bandoneón que hipa lento
La melodía de un tango
Barrio, mi barrio San Telmo
Calle de esquina empedrada
Del café en la madrugada
De manos entrelazadas
Barrio, mi barrio San Telmo
Te extraño.
Amurado a mi destino
San Telmo
Hoy me hacés falta.


Iris Faba.

10 comentarios:

  1. Iris que hermosa pinturita de un tiempo que pasó, muy emotiva y para los que conocimos todo eso , emocionante- felicitaciones Teresita

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  2. Iris, tu entrega en este recuerdo de barrio es conmovedora. Se huele el barrio porteño, el tango y la inspiración de quienes escribieron esas letras tan nuestras y que, en tu relato, cobran vida a través de los personajes que tan bien ponés en escena. Como vos dirías: "me gustó mucho, pero mucho",
    Ale.

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  3. Bien Iris, no podía estar mejor pintado tu relato, y aún hoy San Telmo conserva su magia. No hace mucho estuve una tarde pisando sus veredas angostas (Chacabuco al 800) fui al Casal de Catalunya a un recital. A la noche, ya en casa, hasta podía recordar el olor.

    Felicitaciones duplicadas,

    Un beso,

    Martha

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  4. Gracias por este cuento. No te puedes imaginar cómo entra (porque este cuento "entra") a los que estamos lejos, a los que nunca hemos pisado San Telmo, a los que, sin embargo,no ya ese barrio sino una ciudad entera, un País entero, nos hacen señas para que nos acerquemos. Desde siempre, además.
    Y cómo "entra" a quienes queremos tanto a la gente maravillosa que en esa ciudad y en ese País siempre presentido, siempre cerca, están ahora y son nuestros (mis) amigos.

    Te felicito, Iris,

    Un beso,

    Celia,

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  5. Iris, tu bellísimo cuento me dejó un dulce y melancólico sabor después de leerlo. PRECIOSO, tiene la cadencia de un tango que se escucha a lo lejos. Mucha suerte en el concurso, un gran beso!

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  6. Iris, una historia que se las trae.
    Pasiones del pasado, malevos que ya no son.
    El amor por el barrio y tus quereres, que se hallan impregnados por aquellos aromas.
    La poesía final un excelente remate.
    ¡Suerte para el concurso!

    Beso,
    Ali Nuri.

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  7. Una hermosura Iris. De barrio querido y entonces lleno de nostalgia, de historias de guapos, de familia, de almacén y de libretas y cuentas a pagar… Es, un cruentísimo que se escucha, que se ve y que toca, y no deja de oler a ilusiones, que hasta en el cierre con ese poema, te revela Iris, en esa melancolía porteñísima, de San Telmo.
    Felicitaciones Señora Galagata,
    Un beso,
    Adela

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  8. Precioso, Iris, pero lo que me mató fue lo del almacenero!!! Nos daban la yapa y nosotros refelices!! Se ve que era un deporte nacional, porque nada que ver San Telmo con Gálvez, pequeña ciudad donde crecí...
    Besos, muchos
    Lulú

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  9. Cómo me tira el viejo barrio!!!!!! Cada tanto vuelvo por ahí y a veces siento como si nunca me hubiera ido.
    Este tipo de relatos te calzan como anillo al dedo, se ve que llevás a San Telmo en el alma.
    Besos,
    Rosario

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  10. Muy bueno. Primero, una historia de malevaje bien tratada y luego un recorrido poético del barrio que conozco por haber vivido cerca. La imagen del almacenero "envolviendo fideos como una empanada" es la "yapa" de tu cuento.
    Un beso, Osvaldo.

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