Gime la piel en la espera
Anhelando la recorran tus dedos
Memoriosos
Anhelando la recorran tus dedos
Memoriosos
Arrancando recuerdos
De tu piel en mi piel
Déjame vivir la gloria
De tus manos calientes
Frótame
Rózame
Friégame
Ráscame
Acaríciame
No dejes de hacerlo
Escribe un poema de amor
En mi pecho desnudo
Lo veré
Siempre
Mas…
No busques debajo
De mi piel
Allí no queda nada
Nada.
Iris Faba.
Iris: ¡Qué bello! Vuelvo a leerte y releo. ¡Qué bello!
ResponderEliminarQue hermosa capacidad la de transmitir sensaciones tan humanas de esta manera.
Quedé conmovida.
Un beso,
Ale
Le preguntaría a esa mujer, (porque es "ella" quien gime) por qué no hay nada debajo de esa piel ardiente. por qué no llega el amor. Escucharía su respuesta, si la hubiera, y seguramente recordaría:
ResponderEliminarMano entregada
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia...
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí empapa del amor hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente abierta,
invisiblemente entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su afán dulce;
para rodar por ellas en tu escondida sangre,
como otra sangre que sonara oscura,
que dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como sonido puro
ese cuerpo que resuena mío, mío poblado de mis voces profundas
¡oh resonado cuerpo de mi amor!, ¡oh poseído cuerpo!,
¡oh cuerpo sólo sonido de mi voz poseyéndole!
Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que sólo el hueso rehúsa
mi amor -el nunca incandescente hueso del hombre-.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu vida,
hasta tus venas hondas totales donde bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu carne.
Vicente Aleixandre (Español, 1898-1984)
Iris, excelente poema. Una cosa no entiendo y es el "más..." ¿Es probable que fuera "mas"?
ResponderEliminarJosé
Alejandra, gracias por tu comentario, me gustó conmoverte.
ResponderEliminarAlejandro, me mataste con ese poema. Creo que necesitaría otra vida, -esta me queda chica-
para poder decir como él. Maravilloso poema. Gracias mil Ale. Me lo quedo.
José, no lo entendés porque está MAL. Juro por mi piel que lo tenía corregido. Es evidente que no. Mil gracias.
Un bf. a cada uno.
Iris.
Hermosísimamente triste Iris, transfiere deseo y entonces espera, pero al mismo tiempo, casi resignación.
ResponderEliminarUn beso,
Adela
Buen poema de un amor desesperado.
ResponderEliminarPrecioso, Iris! Me encantó y no puedo decir más porque soy una negada para la poesía. La leo, me gusta y eso parece que me alcanzara. Calculo que nunca podré esbozar una línea. Así que disfruto los que escriben otros. Precioso también el que te regaló Alejandro...
ResponderEliminarBesos
Lulú
me conmovió tu precioso poema y conocí otro que me emocionó- cada día aprendo cosas hermosas leyendo este bolg- abrazos Teresita
ResponderEliminarIris, querida, has hecho algo maravilloso: has convertido los imperativos en súplicas logrando que quien manda es quien mendiga.
ResponderEliminarEs un poema precioso, ¡precioso!
Te felicito,
Besos,
Celia,