En el borde del universo se encuentra una estrella pequeña y muy luminosa. Si los cosmólogos dicen la verdad esta estrella viaja, alejándose de nosotros, a la velocidad de la luz. Este dato no es una curiosidad ni un hecho científico menor; la luz de esa estrella no puede llegar a La Tierra y, por lo tanto, nadie puede verla. ¿Cómo se sabe que está allí? ¿Qué mediciones demuestran su existencia? Respuesta: nadie lo sabe, es más, la inventamos una noche de verano mi hijo y yo y no por ello el Universo es diferente, no es más grande, no es más chico.
La estrella se llama Tonio porque así le plugo a mi hijo cuando, hace algunos años, jugábamos a inventar estrellas. Pensé que había elegido ese nombre porque mi viejo se llamaba Antonio aunque también es posible que, desbaratando mi biblioteca, hubiera leído el nombre de un libro de Thomas Mann: Tonio Kröger.
La estrella es imaginaria, ni siquiera sabemos el origen del nombre (Alejandro no recuerda la anécdota), ni siquiera sabemos si se puede poner nombre a algo que no existe. Bueno, sé que se puede. Existen nombres para muchas cosas que nunca han tenido el honor de pertenecer a la realidad. No piensen que otra vez voy a meterme con Dios, dejo a la imaginación de mis pocos lectores el encontrar cosas que han sido nominadas sin siquiera existir.
Alejandro ya creció y su rumbo no fue el de dar nombre a estrellas inexistentes. Es un hombre serio con una profesión seria y yo me alegro mucho porque él es muy feliz con sus plantas nucleares y sus fábricas de microchips. Todavía no espera hijos. Luego, no voy a tener nietos pronto como para que a los seis años le enseñe a mirar las estrellas.
Siempre pienso en el decurso del tiempo, todos sabemos que las noches son más largas que los días cuando nos gana algún esporádico insomnio. En esos momentos me dedico a mirar estrellas si el cielo me lo permite. Me voy preparando para cuando mi nieto, que no está en camino, me diga: –Abue., ¿por qué ese pedazo de cielo es negro y no tiene estrellas? –Tiene, pero están muy lejos y no se pueden ver. Tu papá inventó una vez el nombre de una. ¿Querés inventar un nombre de una estrella que no se ve?
Tal vez esto nunca ocurra u ocurra sin que yo llegue a verlo. De todos modos soy feliz esperando ver luz en los ojos de mi nieto imaginario sabiendo que le ha puesto nombre a una estrella también imaginaria.
Una dulzura este cuento José. Y hermoso el nombre de esa estrella, Tonio, que ahí está, claro, desde que fue creada. Las ilusiones, maravillosos motores, ayudándonos a vivir y haciendo aflorar los sentimientos más puros. ¿Qué sería nuestra vida sin ellas?
ResponderEliminarAdela