Don Juan Antonio y Catalina, sentados bajo la parrita de uvas chinche- que ya empieza a mostrar los primeros racimos que prometen dulces y suculentos frutos - conversan mientras toman mates-
-¡Como pasa el tiempo!- parece que fue ayer que preparando ese festejo no dormíamos de la emoción y el arduo trabajo.
¡Que fiesta! Nunca vi tanta gente reunida, vinieron de todos los pueblos vecinos a compartirla
Emocionante fue cuando la primera maestra – que lamentablemente ya no está entre nosotros- izo por primera vez la bandera en el nuevo Mástil que se hizo con la contribución de todo el pueblo.
-Y sí- fue realmente inolvidable-
La Capilla lucía todas sus galas y vino el cura a celebrar la misa de agradecimiento,- no recuerdo su nombre-, era de otro pueblo, claro acá nunca tuvimos un cura propio.
¿Te acordás de Doña Marcelina? Como eran los más ricos ella se creía la dueña del Pueblo.
¡Claro! El primer automóvil que circuló por estas calles era de don Luís, ¡paseaba orgulloso para lucirlo y despertar envidia!
Si, retrucó Don Juan Antonio, pero el presidente de la Honorable Comisión de Fomento, ¡Era yo! Y como me respetaban, levante el Club Deportivo, armé canchas de bochas, y se organizaban carreras cuadreras y de sulkis, torneos de fútbol interzonales…
y… ¿quién fue el promotor de la fiesta y el baile del Centenario, eh?- hasta elegimos a una reina para que nos representara, cosa nunca vista en este Pueblo.
Cambiaron muchas cosas, todas para mejorar la vida de la comunidad, lástima que sigue siendo un pequeño infierno con los comadreos, pero en fin, acá vivimos bien.
Lágrimas calladas durante diez años, corren libremente y en silencio por la sufrida cara de la mujer.
Con fingida dureza, él le recrimina, - ¿para que lloras’- ya pasó tanto tiempo y ni una sola noticia nos llegó de esa desagradecida que nos cubrió de vergüenza y nos hundió en la mas negra desesperación.
Tenes razón, pero Clarita es nuestra única hija y no puedo consolarme , cunado recuerdo que en el apogeo de la fiesta desapareció.
Roberto y ella se fugaron -¡que vergüenza Dios mío!
Mis padres enfermaron del disgusto y los tuyos se mudaron a vivir a la ciudad vecina.
Se levanta el hombre y con cariño la abraza, le murmura palabras de consuelo.
La camioneta marcha raudamente por la ruta, la joven mujer callada y ensimismada en sus recuerdos, no presta atención al camino ni a sus mellizos que alborotan en el asiento de atrás, su esposo maneja en silencio, faltan pocos kilómetros para llegar Plaza San José - parece tan lejano el día que se marcharon sin mirar atrás.-
Clarita, recuerda vividamente aquella noche, la fiesta, su traje de organdí bordado con perlas, la preciosa corona que ansiaba lucir.
Y vuelve a experimentar la ciega urgencia del amor que le inspiró su adorado Roberto.
Se instalaron en el lejano sur, los primeros años fueron durísimos, hasta que lograron conchabarse en una gran estancia donde se criaba ganado ovino, La nostalgia y el deseo imperioso de volver al terruño los anima.
Es el atardecer cuando entran al poblado, el sol va declinando y pinta de un irreal y luminoso color el chato caserío, los recuerdos llegan en tropel, la gente mira con curiosidad esa camioneta que no pertenece al pueblo.
Desde el patio, Juan Antonio divisa esa camioneta se pregunta quién llega en ese coche desconocido, va hacia el frente de la casa y un torbellino de bracitos y piernas chocan contra él, llamándolo ¡Abuelo! Los mira asombrado, sin atinar a moverse.
Su mujer viene tras él y al reconocerlos corre a abrazarlos ente llantos y risas- Su hija al fin regresó a casa, quedan atrás las penas y soledades- hoy recuperaron a su familia gloriosamente amada.
Anclas
Muy bueno este cuento que se va contando solo yendo y viniendo y hasta con ese toque de sinsentido que nos asalta a los humanos apenas nos ponemos a mirar por arriba de los disgustos.
ResponderEliminarQué hermosa historia familiar, con todos los condimentos que tiene una verdadera familia, momentos hermosos y momentos duros. Muy linda, Teresita, un beso
ResponderEliminarEmocionante, Teresita. esa pareja nunca hubiesen sido felices estacionados en sus recuerdos que, estoy convencida, conjuraban para huir de la realidad. Pero la realidad los ha venido a ver y ojalá se quede con ellos porque es hermosa y buena,
ResponderEliminarUn beso,
Celia,
Qué buen relato Teresita, mejor aún porque te trajo de vuelta con nosotros. Tierno y emotivo, me super gustó.
ResponderEliminarUn bf.
¡Bravo, Teresita! Pudiste al fin ingresar y lo hiciste de la mejor manera con un muy bonito relato. ¡Cuántos se deben ver reflejados en él!
ResponderEliminarSuerte en el concurso. Cariños.
Rolando
ufff- fue duro pero al fin pasé de grado- gracias a todos los excelentes y pacientes maestro- los quiero mucho teresita
ResponderEliminarSuena tan real, tu cuento, Teresita! O por lo menos, he conocido historias parecidas, claro que hay que saber contarlas como vos!!
ResponderEliminarBesos
Lulú
Tu cuento Teresita, está contado con la naturalidad con la que se cuenta la cosa íntima, con los buenos y también los malos recuerdos que por fin han dejado de serlo con el regreso de Clarita. Totalmente verosímil esta hermosa historia familiar.
ResponderEliminarUn beso,
Adela