miércoles, 16 de marzo de 2011

IRENE--- historia real-nombres ficticios-

El siglo diecinueve finalizaba, el siglo veinte arremetía con fuerzas e ideas de progreso, prometía grandes cambios
Nuestro país comenzaba a recibir cientos de inmigrantes para colonizar las grandes extensiones de tierra fértil, la mano de obra llegaba a raudales con toda clase de artesanos y obreros, ingenieros y labriegos todos amalgamados en una sola idea, progresar en esta nueva patria que les ofrecía cobijo.
La idea estaba enfocada en Córdoba, especialmente en la zona de Sierras, urgía hacer caminos que facilitaran el tránsito a otras provincias y justamente por el centro de la provincia cruzaba el Camino Real que llevaba al Alto Perú, donde se comerciaba con importantes insumos.
Para tal fin, llegaron a estas tierras atraídos por el desafío muchos ingenieros y agrimensores dispuestos a delinear rutas nuevas y encauzar caudalosos ríos.
En esa época arribó Julián Gómez Pardo, ingeniero especializado en diseñar caminos y dinamitar montañas.
En una tertulia en casa de amigos conoce a una bella joven, descendiente de indios comechigones, que poblaron esa parte del país.
La atracción fue mutua y terminó en boda, inmediatamente se trasladaron al norte de Córdoba donde estaba emplazado el obrador listo para comenzar con el trabajo.
El lugar era inhóspito y solitario, el ingeniero, muy inteligente y activo, emprendió la tarea de dotar a su caserón de agua corriente con un complicado sistema a través del río, una real hazaña para esos tiempos.
Su bella esposa, de piel morena, largos cabellos recogidos en una gruesa trenza, de caminar altivo y pausado le dio diez hijos.
Un accidente con los explosivos terminó con la vida de Julián.
La viuda, analfabeta, perdida en medio de sierras y montes, cargando con la crianza de tantos hijos, optó por enviar a las niñas a Buenos Aires, a vivir con sus tías paternas
Las tres hermanas, dueñas de una rara y exótica belleza, educadas por un padre severo y una madre callada y sumisa, en un hogar donde el respeto y la obediencia eran la mayor virtud, llegaron a la gran Ciudad.
La vida cambió radicalmente, sus tías personas influyentes, las guiaron para que aprendieran a comportarse en la pacata sociedad citadina.
Su llegada coincidió con los famosos corsos de Av. De Mayo, donde las niñas acompañadas por chaperonas desfilaban en coches Mateos, adornados profusamente con flores y serpentinas.
Irene, muy bella, parecida a su madre, llamaba la atención por su elegancia, su pelo renegrido y abundante, su piel cetrina y aterciopelada.
Su presentación en sociedad fue un éxito rotundo, festejantes, mimos y halagos.
Conoció a Artemio, joven de familia de clase media.
Siempre a escondidas de la familia que ambicionaba mejores partidos para casar a sus sobrinas, enamorada, olvidando los buenos consejos ella con subterfugios y ayuda de una mucama fue al río a pasear con su amado, enceguecidos de pasión rodaron en los frescos pastos y ella en un arrebato de pasión perdió el recato y se entregó sin reservas.
Eran jóvenes y se amaban, ella confiaba ciegamente en él.

El país estaba sumido en una grave depresión, Artemio militaba activamente en un grupo de gran relevancia política, estudiaba medicina participaba en mítines y actos partidarios.
Su ambición era ser un gran político, su meta ser Presidente del País.
Arrobada escuchaba sus largas charlas sin entender demasiado, él siempre aseguraba que no se casaría mientras no lograra sus objetivos.
Cuando Irene llorando le comunicó que estaba embarazada, el invocando su resolución de no casarse desapareció dejándola librada a su suerte.
Su decisión juvenil pudo mas que su responsabilidad ante el hecho consumado
Al enterarse su familia, el escándalo fue impresionante, repudiada fue desterrada a una lejana ciudad de Córdoba y perdió todos los contactos, la ignoraron y se desentendieron de ella y su hijo por nacer.
Sola y sin medios, trabajó en casas de familia hasta que nació, le dio el mismo nombre que su padre, su vida se convirtió en un infierno, eso la hizo cauta y desconfiada, crió a su hijo con el poco amor que fue capaz de sentir, el niño díscolo y rebelde, sufría por la discriminación que en ese tiempo se hacía a las madres solteras y a sus hijos.
Después de varios años una mano caritativa le ofreció un trabajo en una hogar para niños, ella era la encargada de dirigirlo, así conoció a Luís un hombre bueno de clase media que le ofreció un confortable hogar y una devoción total, como no tuvieron hijos propios, adoptó y dio su honorable apellido al muchacho.
Este humillado por tener que aceptar un apellido que no era el de su verdadero padre lo repudiaba y les hacía la vida imposible con su conducta descarriada
Los años pasan rápidamente y los sueños se van trocando en realidad para Artemio, ya ocupa altos cargos políticos y el espaldarazo llega con las próximas elecciones.
Sale electo Presidente de la República.
Ya para entonces había formado una familia y tenía dos hijos varones y una mujer, nunca se acercó a conocer a su primogénito nacido de una pasión juvenil, Irene presa de un rencor que la consumió durante toda su vida, no se atrevió a pedir nada, vivió con el modesto bienestar que le brindaba su esposo.
Tres años ejerció la Presidencia fue derrocado por los militares, pero su hombría de bien y su dignidad le valieron el cariño de todo un pueblo aunque no compartieran sus ideales.
Ya adultos mayores llega a la ciudad donde vive Irene y juntando coraje se atreve a golpear su puerta, ya no quedaba nada de la bella morena que una vez amó, solo su porte altivo y la gruesa trenza que siempre usó, era una mujer mayor vencida por tantos dolores y angustias. Ella lo reconoció al instante, sintió en su boca el amargo sabor de la hiel que destiló durante tantos años soportando la humillación y el desarraigo.
Artemio extendió sus brazos y quedaron vacíos, ella se replegó callando amargos reproches,
él cayo de rodillas implorando perdón al tiempo que le decía;
¡Hicimos tanto daño a un inocente que nunca tendremos perdón de Dios!
Ofreció tardía ayuda que fue desestimada sin pensar.
Nunca mas se vieron, Irene siguió viviendo en el barrio hasta los 90 años, nunca recuperó
su alegría, cuando enviudó entró en una especie de trance de soledad sumida en su pena
Buena persona y cordial vecina, todos la recordamos con cariño, su hijo ya un hombre maduro es el vivo retrato de su padre y arrastra el karma impuesto en su niñez.
La casa que Luís había edificado para su gran amor está desocupada pero en su interior siguen viviendo los recuerdos.

4 comentarios:

  1. Excelente este cuento Teresita. Nos permite ver no sólo detalles de la vida privada de este Presidente tan querido por muchísimos argentinos —detalles que por cierto no conocía— sino tanta cosa humana dando vuelta. El amor, la decepción, las ansias de progreso, la soledad, la pasión, el dolor, la cobardía versus la valentía en ese ir afrontando la vida, la angustia, el desprecio, los prejuicios, el abandono, las apariencias, la hipocresía, las decisiones que siempre inevitablemente implican optar por algunos sí, y por otros no, descartando, con todo lo que implica. Cuentísimo, cuentísimo de la vida, Teresita.
    Me encantó.
    Un beso
    Adela


    PD
    Acentos:
    él invocando su resolución
    Su decisión juvenil pudo más
    él cayó de rodillas implorando
    Coma: Creo Tere, que estaría faltando una coma: Este, humillado por tener que aceptar un apellido
    Tipeo: comechingones / Luis (sin acento)

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  2. Gracias Adelita por tu corrección, me gustó darme cuenta que lo examinaste muy bién, y esas errores fueron de pura distracción y apuro por enviarlo, así soy yo; atolondrada. un abrazo- Tere

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  3. Buen relato Teresita, lo contaste de manera amena, sin cansar al lector, por el contrario despertando el interés por querer saber un poco más de la realidad vivida por esos inmigrantes que llegaron para trabajar la tierra. Me super gustó.


    Un bf.


    Iris.

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  4. Una genuina historia de vida llena de todo lo que la vida es, con todos sus componentes. Es de esos relatos que se leen solos, casi sin quererlo va entrando por los ojos y todo se imagina y es como si todo volviese a revivir de nuevo, y a producirse.

    Muy bonita historia, Teresita, gracias por guardar la identidad real de sus protagonistas,

    Un beso,

    Celia,

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