El joven cacique espía,
oculto en las sombras,
a la bella joven, de guedejas rubias.
Por saberla suya, la vida daría.
En un arrebato, la toma cautiva.
La mente de ella se detiene en niña.
La pasión y el miedo engendran sus hijos,
los hijos del viento y de las tormentas.
Ella los acuna como a sus muñecas y
muy quedo, canta nanas en hebreo.
Ya nada recuerda en su amargo olvido.
Anciana, harapienta, camina sin rumbo
Balbucea nombres y canta en hebreo.
Una historia que desconocía.
ResponderEliminarBuen poema.
Siempre me atrajo el tema de las cautivas en la olvidada guerra del desierto. Me gustó tu sentida poesía.
ResponderEliminarUn beso
Osvaldo
Bello poema. Una excelente variación de uno de los personajes del Martín Fierro.
ResponderEliminarUn beso,
José
Teresita, un hermoso poema sobre un tema que lamentablemente continúa, sólo que ahora son otro tipo de "caciques".
ResponderEliminarBesos
Lulú
¡Qué bonito poema y qué triste! Lo de las muñecas, eso impacta porque da idea de que pasó de niña a madre a la fuerza, y nunca mejor dicho.
ResponderEliminarUn beso,
Celia,
Conmovedor poema Teresita, por todo lo que encierra esa breve prosa. Te felicito.
ResponderEliminarUn bf.
Iris.