jueves, 30 de junio de 2011
IMAGINÉ
IMAGINÉ
Imaginé al amor dulce y eterno
Construí castillos de ensueños y
en la espera amurallé mi corazón.
Llegó audaz, avasallando fortalezas
encendió fuegos voraces en mis venas,
enjoyó mi sangre con estrellas.
Rasgando mi alma en un suspiro,
desangró mi corazón con su estocada.
Deslumbrada sucumbí en su luz dorada.
Sumisa, apasionada, esclava…
Y así como llegó arrasador y ardiente,
se marchó furtivo, robando esperanzas.
No pude brindar por un mañana.
El cántaro roto, derramó mis sueños.
Recogí migajas de recuerdos y
floreció en nostalgias el dulce sueño.
Deshojé calendarios esperando el milagro
que ahuyentara para siempre mis inviernos.
Pregunta
miércoles, 29 de junio de 2011
LOS IMAGINADORES DESALOJADOS
-¡NO!
-¿Cómo?
-¿Quéeee?
La noticia fue una bomba en el comedor del primer piso.
Se miraron unos a otros, sin entender, sin querer creer lo que oían. El nieto de doña Úrsula, la dueña de la pensión, la había convencido para derribar el viejo edificio con sus espaciosas habitaciones y sus paredes cubiertas con yeso. En su lugar iban a construir un "hotel cápsula" como los que se usan en Japón, con nichos en vez de habitaciones parecidos a un panal de abejas, mucho más rentables que unos pocos dormitorios.
Acordaron unirse y reclamar. A doña Úrsula, a su hija y a su nieto. Ellos eran inquilinos de la pensión desde hacía muchos años, tendrían que escucharlos. No podía ser que los dejaran a todos en la calle, no era correcto, ellos habían reparado muchas veces las cañerías, los cables, el techo... Las paredes tenían varias manos de pintura aplicada por ellos mismos a lo largo del tiempo que llevaban allí. Nunca habían pensado que no era su casa, siempre ofrecieron gratis el trabajo de mantenimiento para que Doña Úrsula no tuviera problemas. ¿Y ahora los echaban para hacer un palomar? Inadmisible.
Así que formaron una comitiva para ir a hablar con la dueña, pero la señora estaba en un geriátrico y sólo los familiares podían visitarla. Su hijo y su nieto se negaron a atenderlos, limitándose a enviarles un telegrama donde les daban "las gracias por estos años de amistad" y les avisaban que en un mes tendrían que irse.
Se negaron.
Fueron a la radio, la televisión y los diarios, pero todos les decían que la familia estaba en su derecho, que eran los dueños de la propiedad y que podían hacer con ella lo que quisieran. Además, había otros inquilinos que no se quejaban.
En efecto, los del segundo piso estaban contentos con el cambio. El nuevo edificio iba a ser más barato, decían. Más moderno y funcional, sin espacio desperdiciado, sin goteras ni caños que perdían. ¿Quién necesitaba una habitación que midiera más de 2 x 2 x 1? Había que adaptarse al siglo XXI. Y se encargaron de boicotear todos los intentos por evitar la demolición.
Finalmente, tres días antes de la fecha, los imaginadores se volvieron a reunir en el comedor, escuchando las risitas sarcásticas que venían del piso de arriba.
-Bueno, esto no da para más. ¿Qué vamos a hacer?
-Yo AMO este lugar, ¿me entendés? ¡LO AMO! Fue un hogar para mí todos estos años y ahora...
-Todos lo amamos, Rita, pero nos echan. Estuve pensando... ¿y si nos vamos al interior?
-¿Adónde?
-Tengo una prima que vive en un pueblito, cerca de la ruta 23. Tienen internet, podemos trabajar desde allá... Me contó que ahora están reciclando unas casas que eran inhabitables y que las ofrecen baratas, tanto para comprar como para alquilar. Podemos probar, ¿qué les parece?
-MMMMMMM... no sé, yo quiero seguir luchando.
-Yo de acá no me muevo.
-Yo voy.
-Yo también.
Con las opiniones divididas, Nelson llamó a su prima y averiguó cómo llegar al pueblo. Al día siguiente todos estaban de acuerdo en mudarse a Villa Cimera.
Lo que pensaban que sería un transcurrir aburrido de días en el campo se convirtió en una aventura cotidiana. Villa Cimera escondía mil y una maravillas a los ojos de los "de afuera" y se las fue mostrando poco a poco. Se instalaron, se acomodaron y se adueñaron de las calles de asfalto y de las de tierra, de la fuente de la plaza, del viejo bar de principios del 1900... Su trabajo como imaginadores se vio enriquecido con el cambio de entorno, ahora ni siquiera las paredes de las habitaciones de la vieja pensión les ponían límites.
Seis meses después, Nelson volvió a la Capital para hacer unos trámites, y no pudo resistir pasar por el lugar en el que había vivido tanto tiempo. Encontró el "panal" a medio construir y en un estado total de abandono, las viejas pancartas que ellos mismos habían escrito estaban vueltas a poner sobre las paredes, con enmiendas por haber sido reutilizadas por los que se quedaron: "esto no es un hotel, parece una morgue", "queremos más espacio", "nos ahogamos acá adentro". Aparentemente los pisos inferiores todavía estaban habitables, pero no se veía a nadie.
-¡Qué venís a buscar acá, cuervo! - Sintió que le gritaban desde arriba
-Nada, vine a ver cómo andaba todo esto...
-¿Ahora venís? ¿Después de que por culpa de ustedes se fundió el nieto de Doña Úrsula?
-¿Se fundió? -hasta Villa Cimera no había llegado esa noticia- ¿Por qué decís que fue por culpa nuestra?
-¡Si ustedes se hubieran quedado apoyando este proyecto, él habría ganado plata y no lo hubiera dejado caer!
-¿Quedarnos a vivir como abejas cuando somos personas? ¿Por qué? ¿Qué le debíamos nosotros al nieto de Doña Úrsula? Si él no supo mantener su negocio, nosotros no tenemos nada que ver. Es más...
-¡Andate, cuervo! ¡No necesitamos tu envidia!
Levantando una ceja, Nelson prefirió no discutir. Seis meses de vida campestre le habían hecho notar que no sirve discutir con necios.
GRACIAS A LAS DOS POR EL CONCURSO...
BESOTES PARA LAS DOS.
MERCEDES.
martes, 28 de junio de 2011
1 Duda y 1 problema...
Merci de aclararme :D
lunes, 27 de junio de 2011
Concurso que me olvidé de postear
Perdón por el despiste, copio las bases además del link, lo organiza la Sociedad Argentina de Pediatría:
Concurso Literario abierto a la comunidad
Premio Centenario de la Sociedad Argentina de Pediatria
Tema De la infancia y la adolescencia
Ver pagina web www.sap.org.ar
datos del concurso http://www.sap.org.ar/concurso
BASES:
DE LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
CONCURSO DE CUENTOS
PREMIO CENTENARIO DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE PEDIATRIA
La Sociedad Argentina de Pediatría, con motivo de la celebración del centenario de su creación y en el marco de las actividades conmemorativas convoca a todos los interesados a participar en el Concurso de Cuentos de la Infancia y la Adolescencia.
BASES
1ª Podrán participar argentinos/as y extranjeros con residencia de más de tres años en el país mayores de 18 años.
2ª El cuento, deberá estar escrito en lengua castellana y versará sobre la infancia y/o la adolescencia. La modalidad de la narración es libre: relato, ficción, anécdota, aventura, viaje, descripción. Se prescindirá de ensayos, tesis o estudios.
3ª Los originales deberán ser inéditos, no premiados en otros concursos, con una extensión mínima de 3 y máxima de 5 folios, escritos en ordenador o mecanografiados, a doble espacio por una sola cara en formato DIN A4, se utilizará letra Times New Roman o similar, tamaño 12 p., interlineado doble, en una sola cara y con un máximo de 30 líneas por folio.
Los autores sólo podrán presentar una obra.
4ª El cuento deberá entregarse por triplicado y bajo lema o seudónimo, debiendo consignarse este, junto con el título del cuento, en la portada del mismo; habrá de acompañarse de plica o sobre cerrado en cuyo exterior figure: título del cuento y seudónimo, en el interior se repetirá: el título y el seudónimo, y se incluirá los datos personales (nombre, apellidos, domicilio y nº de teléfono, dirección electrónica, fecha de nacimiento y fotocopia del D.N.I.).
5ª Las obras se entregan en la sede de la Sociedad Argentina de Pediatría, Coronel Diaz 1971 CABA en el horario de 12 a 18 horas o se remitirán por correo postal a Sociedad Argentina de Pediatría, Coronel Díaz 1971, CABA (CP 1425) haciendo constar en el sobre “Concurso de Cuentos de la Infancia y la adolescencia” La fecha tope para la admisión de originales será el 30 de junio de 2011 a las 18 horas.
En el caso de ser premiados los autores deberán entregar su texto en soporte informático.
6ª El incumplimiento de cualquiera de las condiciones expuestas en esta convocatoria determinará la exclusión del cuento remitido.
7ª PREMIOS
Primer Premio: $ 3.000 y Diploma.
Segundo Premio: $ 2.000 y Diploma.
Tercer Premio: $ 1000 y Diploma.
Los cuentos premiados serán publicados por la Sociedad Argentina de Pediatría.
Las distinciones se entregarán en un acto durante el Congreso del Centenario que se celebra del 13 al 16 de septiembre de 2011.
8ª El jurado será designado por la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Pediatría. Sus nombres se darán a conocer cuando se publique el título de las obras premiadas. El jurado dictaminara los ganadores entre las obras preseleccionadas por un equipo técnico de revisores.
El Jurado podrá resolver aquellas situaciones no contempladas en las presentes bases, así como las dudas que se planteen sobre su interpretación.
Los premios del certamen podrán declararse compartidos o desiertos.
El jurado podrá entregar el número de menciones que estime conveniente.
El fallo del Jurado es inapelable y se hará público a lo largo de la cuarta semana del mes de agosto de 2011. A los ganadores se les comunicará directamente.
9ª No se devolverán los cuentos presentados ni se mantendrá correspondencia sobre los mismos. Los cuentos no distinguidos serán destruidos inmediatamente después de la comunicación del fallo del Jurado.
10ª La entidad convocante se reserva el derecho de una 1ª edición, de los cuentos distinguidos, sin devengo de derecho alguno a favor de los autores.
11ª La participación en este Concurso supone la plena aceptación de estas bases.
SINRAZÓN - (Parte 2)
domingo, 26 de junio de 2011
RITA MORÍN - Peluquería para Damas
Cuando doña Leonor Garófalo de Morín falleció luego de padecer una larga enfermedad, como quedó plasmado en los obituarios del diario, Rita guardó un luto riguroso durante unos días. Menos de los que siguieron a la muerte de su padre. El paso de los años flexibiliza las costumbres, es verdad, pero tampoco había otra persona para realizar los tediosos trámites. Existía un tercer motivo, oculto por lo profundo y casi con seguridad, si Ada se lo insinuara, ella lo negaría sinceramente.
De familia muy antigua en el pueblo, ante la triste circunstancia no podía dar un paso sin que algún vecino se acercara a brindar su ayuda en el caso de que la necesitara; a comentar lo doloroso de la situación o, simplemente, a ofrecerle sus condolencias, aunque la mayoría la hubiera acompañado hasta dejar a doña Leonor descansando en paz.
Aunque tanto saludo en cierta medida la cansaba, nadie hubiera podido darse por enterado. Rita era casi la copia de un padre que, habiendo nacido en la Gran Canaria, se autodenominaba “canarión, de esos que no cantan pero tienen buen humor” y a todos respondía con sonrisa de agradecimiento y alguna que otra frase ingeniosa.
Una de esas mañanas se encaminó resuelta hacia el Banco. Los Garófalo eran conocidos por su tenacidad y capacidad de ahorro y doña Leonor no fue la excepción.
La cuenta bancaria estaba a nombre de las dos, le recordó Stella Maris.
–¿No viniste a firmar? –preguntó con cierta duda, y ella asintió por no parecer tonta o ignorante. Consideró inútil contar detalles sobre la relación familiar.
De todas maneras, si su madre no hubiera tomado esa precaución, es difícil imaginar que el Gerente se hubiese negado a entregarle el dinero hasta que finalizara los correpondientes trámites legales. ¿Quién no conoce a Rita Leonor Morín?
Estuvo unos minutos escuchando el asesoramiento de la empleada que parecía una amable máquina de repetir palabras y salió encogiéndose de hombros. El sistema bancario no era tan complicado como había supuesto.
Ahora, dentro de la tristeza que significaba quedarse sola, para ella había llegado la hora de cumplir con un antiguo deseo: instalar su propia Peluquería para Damas en el local donde su padre había remendado los zapatos de todo un pueblo.
Leonor amaba tanto a su esposo que al quedar sorpresivamente viuda, apenas atinó a cerrar el taller de calzado dejando las máquinas intactas. Para Rita era un despropósito que el abandono se apoderara del local que ella necesitaba para ejercer su oficio. “Cuando yo muera, haz lo que quieras; mientras esté aquí, me obedeces a mí. No necesitas trabajar”, era su frase favorita e inolvidable. “Hay cariños que si no matan, te ahogan”, le contestaba en voz baja, muy baja.
Había llegado, por fin, el momento de dar una vuelta de campana a su vida, comenzando por el desalojo del taller. Para ello contaba –y ya se habían puesto de acuerdo– con la ayuda de su mejor amiga.
Faltaba poco para que Ada saliera de su trabajo, así que la esperó sentada en un banco bajo el aromito de la plaza Concepción.
–¡Ada, parecés una naturaleza muerta! Toda vestida de manzana verde y esa flor en el pelo! ¿Cómo podés? Serás una buena empleada pero cualquier día de estos te van a echar por ridícula, querida.
–Vos hablás de envidia, los cinco kilos que te sobran te hacen delirar. Lo que baja la balanza no es el negro, te-so-ro, sino la “bocca chiusa”, como diría Leonor. Que en paz descanse tu vieja…
Más que darse besos, chocaron sus mejillas riendo a carcajadas.
–…Y mejor será que no vuelva. Ay, no, Rita, disculpame, fue una broma. ¿Cómo estás?
–Ahora, parada. Hasta que llegaste vos, sentada y tranquila. Vamos caminando hasta el taller que te cuento.
Rita repitió como pudo y supo lo que Stella Maris le había explicado, agregando que los ahorros implicaban una suma bastante importante, más de lo que ella pensaba. Que le alcanzarían para arreglar el local y comprar todo lo necesario para empezar a trabajar.
–Pues mañana mismo le hacés poner un hermoso marco al diploma de la Asociación de Peluqueros. ¡Que todos sepan que sos peluquera diplomada, Rita!
Sonrió apenitas Rita Morín. Acababa de entender cómo era eso de sentirse triste pero contenta.
Caminaron las cuatro cuadras casi en silencio, emocionadas porque nunca habían intentado siquiera mirar a través de los vidrios de la puerta.
Sabían que estaba la gran máquina de coser, la lustradora de varios cepillos, esa especie de pedestal de hierro donde el gran Morín acomodaba los zapatos y dale que dale con el martillo a los clavitos que iba buscando en la vieja lata de betún. ¡A qué velocidad colocaba las media suelas! Toc, toc. Dos golpes para cada clavo eran suficientes para coronar su trabajo. Ella podía pasarse las tardes mirándolo trabajar, sentado en la silla petisa, con ese delantal que había sido gris, o no.
Los olores de la infancia no se olvidan, su papá estará siempre junto a la cola de pegar y la sopa de gallina tendrá recuerdos de la cocina de Leonor.
Empezaba a lagrimear cuando doblaron la esquina y allí, mirando hacia adelante, en la vereda de enfrente, vio lo que ya consideraba su peluquería.
23/06/2011
jueves, 23 de junio de 2011
LAS MANOS
martes, 21 de junio de 2011
LA MUJER DEL PARAGUAS...
Es muy cortes en su forma de dirigirse al personal del establecimiento, pero nadie sabe quién es y a que se dedica sólo que cada tarde a las dieciséis llega envuelta en un perfume francés muy particular toma su silla y apenas marca el reloj las dieciocho sale presta y dobla en la esquina… Nadie se explica porque lleva siempre ese paraguas aún en días soleados, en días plomizos, en pleno verano con cuarenta grados y sol pleno…El clima poco tiene que ver con que lleve ése paraguas.
Nadie lo sabe, sólo ella y él, ese amor al que espera desde hace cinco años y nunca llega.
Una tarde espero más de la cuenta abstraída en su lectura, a su lado tomo asiento el dueño de aquel paraguas, nada le dijo, la miro mientras ella abría grande los ojos, fruncía el seño, sonreía y hasta se emocionaba ante la lectura… Él tan sólo la observaba mientras sorbía lentamente su café, luego sonrío y volvió a mirarla mientras se colocaba su tapado gris, su sombrero y partía del bar sin decirle una sola palabra… al sentir el ruido de la puerta cerrarse el golpe en seco le llamo la atención a ella, quien dejó su lectura, y levanto la vista por sobre su hombro izquierdo, alcanzó a ver la figura delgada que se perdía entre la bruma de la noche que había llegado, sonrío y pensó que tanta lectura la estaba haciendo alucinar, pidió su cuenta y se retiró pensando que él nunca llegaría a la cita… dejó el paraguas sobre la silla y uno de los empleados le advirtió sobre el olvido, ella sonrió y respondió, ése paraguas, ese paraguas no es mío y se marchó.
SINRAZÓN
El club “Sinrazón” reabrió sus puertas, luego de ser aceitadas las bisagras, pintada de verde esperanza la entrada, y eliminado el polvo acumulado en el infeliz recinto, durante cinco años.
Se había cerrado por falta de afluencia popular. Los diez socios restantes, hicieron lo posible por mantener a “Sinrazón” con vida, pero fue inútil. Un domingo de otoño, embarrado de humedad y embargado por las deudas, sus puertas se cerraron y el mundo siguió andando.
Hoy ya recuperado, invita a la comunidad de Villa Cimera para el sábado diez a las nueve de la noche augurándoles pura diversión. El costo de la entrada será la consumición que el socio pida a su mesa ya reservada con anticipación. El menú constará de empanadas, vino tinto, Tiramisú de postre y café. La consigna, llegar disfrazado.
Los carteles pegados en el pueblo enteraron a todo el que sabía leer del acontecimiento. El entusiasmo fue tal, que en la mercería “Marita”, única en el lugar, la gente hacía cola para comprar lo necesario y poder confeccionar el disfraz que luciría el próximo sábado.
Antonia trató de disimular su rolliza osamenta con el traje de “Gatúbela”. La capa necesitó cinco metros de brillante satén negro para tal efecto, sin lograr su cometido, pero ella estaba feliz. Por fin estaría cerca de su amado, idolatrado y tan querido amor.
Todas las mañanas lo veía pasar desde la panadería en la que trabajaba. Él siempre iba apurado, y si alguna vez había entrado a comprar pan, ni siquiera la había mirado. Esa noche puso especial esmero en arreglarse y colocar detrás de sus orejas su colonia preferida, “Cocoa y Vainilla”. Antonia olía a torta recién hecha, estaba para comérsela.
Juan eligió el disfraz de médico. Para la ocasión se compró un delantal blanco y colgó de su cuello un estetoscopio, único testigo de una carrera que nunca empezó, provocando la frustración de la familia entera.
Antonia llegó una hora antes. Se ubicó en una mesa cerca de la pista de baile. Pensativa, trataba de imaginar cómo haría para llevarse a la boca la sabrosa empanada con la máscara de Gatúbela puesta. Bueno después de todo bien podía renunciar al mayor placer de su vida. Al pensarlo, una lágrima escapó quedando presa debajo de la tela.
Cuando entró Juan, quedó paralizada. ¡Qué apuesto era así vestido de médico!
La música daba lugar al comienzo del baile.
Antonia no podía dejar de mirar a Juan, a su lado las empanadas pasaban, pasaban y pasaban…
De pronto fijó sus ojos en Juan. Él sonrió y muy decidido, se fue acercando a Gatúbela que esperaba ansiosa. Ella se paró audaz y empezó a caminar cruzando el salón. Cuando estuvo a dos pasos de Juan estiró sus brazos con un gesto que parecía decir: ¡Aquí estoy tómame!
Juan siguió de largo. Antonia se quedó dura, sin poder moverse, sólo alcanzó a escuchar ¡Mi amor, como demoraste, no sabés lo ansioso que estaba esperándote!
Dicho esto, Juan se fue del brazo de una rubia despampanante.
Pasó a su lado una vez más… sin mirarla.
lunes, 20 de junio de 2011
SINRAZÓN
El Club Social y Deportivo "Sinrazón" de Villa Cimera en breve abrirá sus puertas para solaz de los nuevos socios.
domingo, 19 de junio de 2011
PELUQUERÍA PARA DAMAS
sábado, 18 de junio de 2011
LA FARMACIA
Historia y pormenores de la Farmacia de Villa Cimera en próximos capítulos.
Gracias mil al Chino, cuyas instrucciones he entendido sin problema merced a mi dominio del mandarín, y gracias a Adela, cuyas instrucciones enviadas por correo electrónico he entendido sin problema merced a nuestra lengua común.
¡Glacias, caballelo!
¡Gracias, señora!
Besos,
Celia,
viernes, 17 de junio de 2011
El Banco del Pueblo
lunes, 13 de junio de 2011
Comentario a "Reflexiones de un lunes de junio"...
Lo que quería decir es:
"Quizas dando más tiempo para votar tengamos más participación, creo que un fin de semana es poco.
No tengo autoridad moral para criticar a nadie, ando bastante loca con el trabajo y por eso estoy escribiendo de a ratitos, nomás. Pero recuerdo bien que la discusión pr este concurso fue bastante brava y quizás por eso no hubo más participación.
¡Para la próxima, sugiero que discutamos menos y escribamos más!"
PD importante: ¿Alguien sabe cómo hacer "cortar y pegar" desde un word, por ejemplo? ¡Porque no me da ni cinco de bolilla cuando lo intento!
¡FELIZ DIA DEL ESCRITOR!
¡Besos a los ganadores!
¡Gracias a quien le gustó mi cuento y lo votó!
Mi agradecimiento a Greis, diosa de los sufragios.
A los ocho que votamos: qué poquitos pero ¡Presentes!
Igual creo que es para pensar: invertimos un montón de espacio decidiendo si publicábamos los cuentos con seudónimo o no, algunos defendieron mucho su postura en aquel momento y al final fue mayor el interés que despertó discutir las bases del concurso que participar escribiendo y/o votando.
Cariños para todos,
Ale.
PD: Imposible publicar en comentarios...
MARTINA - C/Lulú
Allí está su banco. La espera. Martina llega siempre a la misma hora. Cuando el sol le dice acá estoy, en tanto acaricia su rostro y entibia su cuerpo. No está sola, su paraguas amarillo la acompaña siempre. Lo necesita. Ya es tiempo de abrirlo. Sabe que al hacerlo comenzará a rodar sobre él una lluvia fina y persistente de sueños incumplidos, de anhelos posibles que flotan en el aire esperando ser tomados. Estira su mano impaciente. Aparece la casa soñada, con un jardín florido y en el fondo la quinta con olor a verduras recién cortadas por Juan, su marido. La villa en la que vive huele feo, muy feo. De pronto el cielo se oscurece, cierra el paraguas. Una tormenta de recuerdos ingratos cae sobre ella, pequeñas piedras pegan en su cuerpo lastimándola. Su triste infancia con un padre alcohólico que termina abandonándolas a su madre y a ella. La lucha por sobrevivir, mamá limpiando casas. Mamá… recuerda que antes de morir le dijo, hija sueña, no abandones nunca tus sueños, ellos te ayudarán a vivir.
"Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado..." (J.L.Borges)
Martina abre su paraguas.
RESULTADOS SEGUNDO CONCURSO
(Cuentos ordenados alfabéticamente)
CERTEZAS DE UN CRIMEN __ 2
DESTELLOS ______________ 2
LOS MEDIOS _____________ 2
AQUELLO QUE NO VEMOS ___ 1
PEQUEÑOS MILAGROS ______ 1
Atendiendo al inc. 9 de las bases:
"El ganador del primer premio podrá elegir dos de los cuatro libros que desee entre las obras citadas en el inciso 10. El ganador del segundo premio, podrá optar por uno de los dos restantes, definiendo así el premio para el tercer ganador. En caso de empate, se aplicará a tal fin el orden cronológico de presentación que tuvieron los trabajos."
GANADOR DEL PRIMER PREMIO:
DESTELLOS - Presentado el 28/4 por Jorge U. Malpeli (Melipal)
SEGUNDO PREMIO:
LOS MEDIOS- Presentado el 5/5 por Adela I. Alonso
TERCER PREMIO
CERTEZAS DE UN CRIMEN- Presentado el 13/5 por Dante Balzán (Nataza)
Greis
domingo, 12 de junio de 2011
MODERADOR/A SE NECESITA
Necesitamos y agradeceremos algún/a voluntario/a para que tome la posta.
¿Alguien se ofrece? ¡En el asiento del fondo, enseguida, ya voy para allá!
Greis
Segundo concurso
Teniendo en cuenta que solo hubo OCHO votos, pensé que sería una buena idea extender la votación por lo menos tres días más, hasta el miércoles 15.
¿Qué les parece? Les recuerdo que deben enviar su voto a villacimera@gmail.com
Greis
sábado, 11 de junio de 2011
EL PURA ESPUMA
Si arrastre por este mundo, la vergüenza de haber sido,
y el dolor de ya no ser, bajo el ala del sombrero,
cuantas veces, embozada, una lágrima asomada,
ya no pude contener...
Como casi siempre ocurre en estos casos, la trenza vino por una cuestión de polleras.
Aunque algunos dijeron, sólo para justificarlo, que fue un malentendido del Evaristo Gatica. Yo creo que no.
No me pondré del lado de uno o del otro y trataré de contar los hechos tal como me los relató mi entrañable amigo, Tito Saúl, que sabía andar de mercachifle cargando sus mágicas canasta de mimbre por esta zona. Una vez cometí el pecado de comprarle algunas baratijas para regalar y desde entonces me acosó con sus jabones de olor y frascos de agua florida. Y cortes de telas, por supuesto.
Por aquellos años saliendo del centro de Viedma hacia el sur, había un barrio que, no tengo ningún empacho en decirlo, no era peligroso para extraños y forasteros, siempre que tuvieran el esmero de presentarse con anticipación y manos limpias a los “taitas matones” del lugar, que eran quienes regenteaban toda clase de negocios turbios y obtener así el pase.
Después de la guerra civil española, llegó al barrio Manuelita Caamaño, una linda española, raramente alta, de tez blanca, cabellos y ojos muy negros. Su tía, Francisca Martínez viuda de Caamaño, como le gustaba firmar, dijo que era de Galicia, precisamente de Pontevedra, sin agregar nada más. Sin embargo, la niña, lo supe por otras vías, había llegado proveniente de las hermosas calas de arenas blancas y árboles que llegan hasta el mar, llamadas playas Mean. Pero para no abundar en explicaciones incomprensibles para los locales, su tía refería, repito, a Pontevedra como su lugar de origen. Quince años después sucedieron los hechos que ahora cuento.
La “galleguita” como apodaban las vecinas, a todas las muchachas que venían de España, sin importar si eran de Galicia, Asturias, o Maragatas, trabajó en los quehaceres domésticos de la casa, lavando y remendando para afuera.
Tiempo después se empleó en la panadería de la esquina que forman las calles Congreso de Tucumán y Bartolomé Mitre, un poco mas al centro, llamada “Les biscuits” propiedad de un francés, también recién llegado; René Lozere, quien le enseñó a hornear con leña, sabrosas croissant, crocantes baguettes y panecillos cubiertos con semillas de sésamo, amapolas, o zapallos.
Habrá sido el buen trato, o la amabilidad del francés, quien juró ser soltero y sin compromisos, que enamoraron a la “galleguita” quien al poco tiempo pasó de asalariada a socia del negocio.
Como siempre ocurre en estos casos “el diablo metió la cola” y lo que en definitiva terminó como una hermosa historia de amor feliz entre inmigrantes, ( no se porque me adelanto), por poco concluye en tragedia.
Para el mes de marzo, días antes de la boda, se apareció por la panadería el Evaristo Gatica, que para entonces, si bien, en realidad no era el “capo di tutti capi”, como un atrevido sofisma de si mismo aparentaba ser el más malo del barrio.
-¡Quiero batirme con usted! -le dijo en la cara al francés.
Manuelita, dejó la bandeja de “medias luna”sin completar y antes de retirarse para el fondo alcanzó a murmurar sollozando; - ¡nunca le di lugar!.
Calculó mal el Evaristo, porque el francés lo miró de frente y sin bajar un tranco de pulga sus ojos claros, preguntó -¿Con qué armas? -No vaya a ser que el guapo ese, creyera que le tenía miedo; que peores peleas las había pasado en la resistencia de París.
-Será a cuchillo mañana a las seis, en el patio de los Funes -contestó vacilando Gatica. Menos mal que había preparado con tiempo las palabras a decir, porque el francés, lo había desorientado de primera, con su firme repuesta.
A la mañana siguiente, antes de las seis y para no desgraciar la casa, Lozere entró por el portón directamente al patio. Habían llegado mas temprano; cuatro testigos, dos por cada parte, y conversaban, de política seguramente, con el Comisario que también quería estar presente, por si corría sangre. (Tengo todos sus nombres pero no viene al caso mencionarlos).
En el viejo álamo plateado del fondo todavía están grabados con cuchillo caliente, supongo, el año y los nombres de los ganadores de otros duelos. Algunos se repetían más de tres veces. No así el de los vencidos. Total ¿Para qué? ¿Quién se acuerda de los muertos?
Bien arreglado y emperifollado con aroma de rico perfume francés, René Lozere, después de saludar a los presentes, se paró más acá de la raya trazada en la tierra, envolvió su antebrazo izquierdo con el poncho marrón tejido, regalo de Manuelita, desenvainó su cuchillo de a cincuenta, con empuñadura templaria y mango de roble, traído de Thiers y esperó a pie firme.
En realidad todos esperaron hasta las nueve de la mañana.
Consta en el acta levantada al efecto, que hasta esa hora Gatica no se había presentado. Nadie se olvida de una cita semejante. -Este Evaristo es un "pura espuma" -sentenció el Comisario y así quedó.
Fue, nuevamente, mi amigo, el turco Saúl, quien relató en el boliche, tiempo después, que al Evaristo lo habían visto por Bahía Blanca, caminando como si nada, sin laderos a la vista, llevando no obstante, pegado a su nombre y apellido, como una extraña divisa el gracioso mote ganado en la porfía; el pura espuma .
El expediente fue cerrado por la autoridad policial antes de abrirlo. Sin embargo igual fue caratulado, a fin de proveer si se diera, en otra oportunidad y circunstancia como "S/ DUELO CRIOLLO: RENE LOZERE - EVARISTO GATICA, EL PURA ESPUMA"
Cuesta abajo -Tango – 1934
Carlos Gardel - Alfredo Le Pera
jueves, 9 de junio de 2011
ESA MUJER DEL PARAGUAS
(P.D.Con la esperanza de que regrese Rita, la genuina, mi peluquera favorita...)
miércoles, 8 de junio de 2011
CONSIGNAS
martes, 7 de junio de 2011
SIMPLES VIOLETAS
así son mis rosas.
- Presumía el rosal-.
Mirando a sus pies
el verde follaje,
Burlona decía:
-Mírate violeta,
pequeña y modosa-
Eres puras hojas,
sin gracia, inocua.
Así despreciada por su simpleza,
se aplastó humilde
en la dura en la tierra.
Llegado el otoño
que roba las hojas,
desnudó sin piedad
a la bella rosa.
Engalanó a la violeta
y le dio esplendor
con preciosas flores de azul color.
Avergonzado;
comprendió el rosal
-todos merecemos una gracia especial-
Mudanza
Ale.
lunes, 6 de junio de 2011
FRAGILIDAD ...dedicado a Celia, por su obra maestra (en el cuento de Germán y su esposa).
Ya la sola mención de que algo será (o es) del modo en que no se imaginó, ni se pactó, puede generar una fisión interior, una inmensa tristeza. Finalmente puede esto descomponer la secuencia más entusiasta de eventos ya generados, y ese anhelado proyecto.
Por eso, es mejor siempre mantener expectativas dentro de términos precisos, y a la vez, vivir en consecuencia. Nada más catastrófico que el amor perdido, para que la vida misma se torne aburrida y la inspiración lograda (al fin) se nos vaya otra vez de las manos.
No perdamos el ritmo, no nos distraigamos con propuestas inmaduras ni permitamos que una seguridad nociva nos arrebate lo que el destino nos está ofreciendo. No estaría de más mencionarlo y de hecho se entenderá esto que quiero decir, pero seamos también un poco tolerantes pues nunca se sabe, podría llegar a ser la última vez que nos demos ese rico beso y que además nos podamos esperar (como siempre lo hicimos) en aquel ansiado lugar. No lo arriesguemos entonces, todo así porque si.
Por último, es comprensible que no logremos poder mirarnos a los ojos cuando algo se nos torna fronterizo y la impotencia se hace fuerte dentro nuestro, pero, que esa impotencia no se transforme en la excusa para escapar o refugiarnos en la seguridad de la cual renegamos frecuentemente.
Siempre siempre, meditaremos, antes de tomar la última decisión, un poco más también. Siempre habrá una oportunidad, para volver, para retornar a nuestros días. Depende de cuánto orgullo y de cuanta serenidad guardemos para el momento apropiado, será el momento de abrir los brazos, y darnos un sí total. (tal vez sigue)...
LOS PEPINOS, LAS GALLINAS Y DIÓGENES (C. Alejandro)
-“Tenemos un problema con los pepinos”- dijo con voz derrotada.
-“No exageres” –le contesté sin levantar la vista del diario-.
-“No exagero” – me replicó al mismo tiempo que emitía un sonido metálico. Quizá el sonido provenía de algún utensilio que llevaba en las manos o quizá no. Quizá se le estaba oxidando la voz. También.
-“Sí, sí exageras y, además, doblemente. Ni “tenemos” ese problema ni, sobre todo, existe más que un pepino problemático Uno solo.”
(Pobre Germán. Es tan, tan literal. Insistió en que teníamos un problema con los pepinos porque esa era su única preocupación y porque no ha nacido él para la metáfora y los símiles, ni aun para los más rudimentarios, burdos y lamentables. ¿Cómo explicarle que desde hacía una década yo ya había resuelto “ese” problema gracias a su amigo David? ¿Y cómo explicarle que sus pepinos literales y toda su pequeña plantación hortícola del fondo del jardín me tienen por completo sin cuidado? Y, para empeorarlo más, no me gustan los pepinos. Me repiten, sobre todo por la noche. Igual que el melón.)
Veinticinco años de matrimonio crean, lo queramos o no, un vínculo. Germán tiene muchos defectos pero no es veleidoso y esa seguridad tan suya me provoca una oleada de cariño irreprimible. Un día, en un documental de animales, vi un mono afanado en botar una pelota. No había nada que lo apartara de su obsesión por la pelota, por botarla, y lo intentaba una y otra vez, y una y otra vez fracasaba. Sentí por el mono la misma oleada de cariño que me produce Germán. Siempre he admirado mucho la tenacidad.
En este triple contexto de admiración, cariño y vínculo matrimonial expresé la pregunta que debería haber formulado desde el principio para no impacientar a Germán y para ahorrarme - y ante todo ahorrarles- este penoso exordio.
La pregunta- no podía ser otra- fue la siguiente:
-“¿Y cuál es ese problema que “tienes” con “tus” pepinos?” (Soy comprensiva, me dejo llevar por los sentimientos, pero hasta cierto punto).
-“Se han vuelto amarillos, de un color amarillo pálido y, ¿sabes qué significa eso?”
-“Una tragedia. El amarillo pálido no se lleva nada esta temporada.”
-“Por Dios, no banalices - (por Dios, ¿cómo no iba a banalizar?)-. ¿Es que no te das cuenta de que se han perdido todos, de que ya no valen para nada? No los he cortado a tiempo y ahora los pepinos se han vuelto amarillos y, por lo tanto, amargos.”
-“Germán –aquí levanté la vista del diario. La situación imponía un poco de cordura y la cordura se transmite por los ojos-, ¿qué importancia tiene? No son más que… ¿cuántos? ¿Diez, doce pepinos?”
-“¡Treinta y nueve, y uno de ellos siamés!”
-“De acuerdo. Treinta y nueve y el siamés. Mira, no pasa nada, tíralos o, mejor, ¿por qué no se los das a Julián y Vicky? No quiero decir para que se los coman ellos, no me mires así, sino para las gallinas. Seguro que las gallinas los comen, las gallinas se lo comen todo, no son tan exquisitas como para darse cuenta de que amargan.”
(Julián y Vicky son nuestros vecinos. En un cincuentón hay aficiones peores que la horticultura como comprobé el día que Julián decidió criar sus propias gallinas.
Detesto las gallinas. Son sucias, invasoras y rompen mi relax con sus molestos cacareos. Por no hablar del gallo. Porque el gallo es indispensable para la puesta de huevos. Y Julián quiere huevos frescos.
Mentar la posibilidad de nutrir las gallinas de nuestros vecinos con los malogrados pepinos fue todo un acierto, como ya había anticipado para mí misma. A Germán le horroriza tirar cosas, es conservador por naturaleza y, con el tiempo, estoy convencida de que desarrollará uno de esos espantosos síndromes, el de Diógenes en concreto.
No se lo pensó dos veces. Arrancó los pepinos y los llevó a casa de Julián que, agradecido, le regaló a Germán una botella de un vino sólo apto para curar heridas en tiempo de guerra.)
-“Nunca pensé que los pepinos se volverían amarillos. Hasta ayer eran completamente verdes, de un verde precioso, ¿cómo ha sido posible?”
-“No lo pienses más –lo tranquilicé. A las gallinas les encantarán-. Duérmete y deja de darle vueltas.”
Y se quedó dormido, porque esta conversación la mantuvimos esa misma noche.
De madrugada el gallo ya no cantó.
Transcurrida una semana ya habían muerto todas las gallinas de Julián. Ya no invadían mi jardín; ya no ensuciaban la verja divisoria con sus repugnantes excrementos; ya no rompían mi relax con sus inoportunos cacareos.
Muertas. Todas.
¡Bravo!
La escopolamina es un alcaloide que se extrae del beleño. Produce amnesia y, en dosis elevadas, una amnesia mucho más duradera. Eterna, podríamos decir. Lo que yo no sabía es que, además, decolora las plantas.
La probé en la maceta de begonia y la begonia amarilleó y murió. Luego rocié los pepinos con la seguridad de que empalidecerían y Germán tendría que deshacerse de ellos. Si la escopolamina no hubiese causado ese efecto en los pepinos los hubiera arrancado yo misma y alguna excusa habría inventado para justificarme ante Germán. Él siempre está dispuesto a creer cualquier cosa, la más elemental. O eso pensaba yo.
Mi propósito siempre fue librarme de las asquerosas gallinas de Julián. Y mi propósito se cumplió.
¡Bravo!
(Veníamos del entierro de David cuando Germán me dijo:
-“Lo que mata a los pepinos y a las gallinas, por este orden, también mata a las personas. Qué pálido estaba el pobre David, y no sólo porque estuviera muerto con ser ésta una muy buena razón. Que tenga un buen sueño eterno. Eso le deseo, ¿qué otra cosa si no?”
Me quedé mirando fijamente a Germán que cabeceó en un gesto afirmativo de una elocuencia atroz.
-“Lo sabía desde hacía tiempo. También lo de los pepinos. No soy tan tonto como parezco aunque he de reconocer que fallé la primera vez. “Este coñac huele como el perfume de tu mujer”, me dijo David. Me había equivocado de frasco. Creí que la ponzoña que usaste para los pepinos la habías guardado en un frasco de tu perfume favorito pero no, conservaste lo que te sobró en otro diferente. Tú siempre guardándolo todo. Cuando seas vieja padecerás uno de esos síndromes raros, el de Diógenes en concreto. En fin, no pasa nada. Todo se ha solucionado. Tú te has desecho de las gallinas y yo de… bueno, prefiero no decirlo. Si no lo digo es como si no hubiera sucedido, ¿verdad?)
Y esto aconteció dos meses después de que los pepinos empalidecieran y las gallinas murieran.
Es cierto que veinticinco años de matrimonio crean un vínculo férreo…
domingo, 5 de junio de 2011
EL RELATO DE MARCELO(COMENTARIO)
Y lo dice un virginiana tipica que se ha sentido por de mas de identificada jjajajaj con tu relato,
Que siga tu musa inspirándote asì, que nosotros disfrutaremos de la lectura.
Besos y abrazos.
EL HOROSCOPO
-Che “Casanova”, vestite -ordenó el oficial y agregó -tenés que acompañarnos. ¿Yo? ¿Y yo, qué hice ahora? Preguntó él, desde la cama. Más que un horoscopofilo, con el paso de los años se había convertidoen un horóscofiglio.
Aunque tenía el símbolo Taiji tatuado en el brazo derecho y leía a Ludovica, nunca entendendió el yin y el yang, ni el hombre y mujer, suave y duro, abierto y cerrado, etc. Tampoco leyó mucho del horóscopo chino; si bien sabía que era el Conejo o Liebre no recordaba si era el Planeta Venus o el Monte de Venus. Su número de la suerte el 27.
Tal vez por simple agrado y tolerancia se había sumado a los seguidores de la astrología normal y occidental. Nacido en Buenos Aires, al sur del ecuador, de igual forma admiraba y leía a los astrólogos del norte. -¿Tendría alguna importancia para las predicciones? -se preguntó en más de una ocasión.
Su adicción comenzó a los veinte años cuando “hizo la colimba”(Correr limpiar y bailar). Durante las interminables noches de “imaginaria” leyó todo lo que encontró; diarios y revistas viejas, maltratadas por todas las “clases” que pasaron por el cuartel. Pienso que enloqueció un poco tambien de tanto leer y repetir, antiguos avisos publicitarios, como por ejemplo; “No diga ¡hola!... diga Olavina.” Había también uno que le gustaba entonar; “¡Qué lindos que están tus dientes, le dijo la Luna al Sol y el Sol contestó sonriente... me los limpio con Odol” y también recordatorios fúnebres, si se quiere un poco cómicos “Fiesta Cívica Casilda. Falleció en Casilda a los 82 años. Empresa Casilda srl. participa su fallecimiento ...”
Conocía el signo de varios amigos y los perseguía leyéndoles los horóscopos en voz alta. Eran como decía él, un buen soporte psicológico; así a un desocupado le inventaba; -¡Mira que suerte! te salió que tendrás una sorpresiva reunión en tu primer día de trabajo y te enterarás de cosas importantes. Seguro es respecto del sueldo -agregaba.
Leía diariamente el horóscopo del signo de su madre, ya muerta. Su mente horoscopada y enferma, imaginaba que él, era el heredero legítimo de todos aquellos textos que le fueran favorables. En la puerta de su baño tenía colgado, como si fuera un cuadro de una naturaleza muerta, el escrito que más le gustó en varios años; “Los juegos del amor son algo peligrosos sobre todo cuando no nos damos cuenta que estamos jugando. Si tiene que llorar por un amor, simplemente llore.” Y lloraba...
Compraba varios diarios, sólo por los horóscopos y comparando sus letras elegía, a su entender, el más conveniente. Día por día y semanalmente los pegaba en una pared de su casa. Durante la semana siguiente los controlaba uno por uno y a los que no habían acertado en su predicción les dibujaba una cruz roja, y a los que sí, aunque fuese sólo a medias, los premiaba con una circunferencia celeste. ¿Habría elegido ese color por la “zona celeste situada a ambos lados de la eclíptica , de unos 16º de anchura”?
-Che Casanova, vestite – repitió el comisario y agregó en la Departamental 27 tenés una demanda por acoso sexual.
-¿Cómo puede ser? -preguntó -sí en el horóscopo de ayer me salió; “una deuda afectiva que alguien de su entorno tiene con usted hoy la salda y además, como sugerencia, agregaba, ¡tiene derecho a ser feliz!
Antes de salir con el detenido, el comisario observó ese mismo texto pegado en la pared enmarcado con una doble circunferencia celeste._________________
sábado, 4 de junio de 2011
EL PROBLEMA CON EL AMARILLO PALIDO DE LOS PEPINOS ...y los signos del Zoodíaco. Consigna propuesta por Alejandro.
Sea como sea, una consigna inteligente enfrenta a uno con el vacío y desde el vamos la propuesta es “resurgir”. Ya porque somos esencialmente errantes o porque es la inmensidad la que nos hace sentir vulnerables, se nos impone de hecho la tarea y esta necesidad de ser creativos.
Es que nunca podríamos sobrevivir sino es conectándonos a la humanidad (a través de un hilo o cordón) pues de otro modo quedaríamos varados, sin sentido, flotando en la nada. Es así que LA PALABRA será el elemento de supervivencia, mientras que el fluido vivificante (el que nos mantiene alimentados y activos) es LA RECIPROCIDAD.
¿Como actúa cada signo en función de lo que percibe? [modelo Jugniano].