lunes, 27 de junio de 2011

SINRAZÓN - (Parte 2)

Antonia se fue sin la mirada de Juan.

El club de Villa Cimera luce renovado. Otra es la actual fachada de Sinrazón. Se ha modernizado su exterior como así también la parte interna. Variados juegos para la gente mayor, piletas de natación y un gimnasio para los más jóvenes – o no - en el que las actividades no escatiman esfuerzo para quienes aspiren a subirse al plan a proponer, sin abandonarlo.

Antonia es uno de ellos. Lunes, miércoles y viernes Pilates, martes y jueves, aparatos.

Su día de descanso y esparcimiento es los sábados. Gran baile gran. Para estar acorde con su club, ella también denota importantes cambios. Su pelo castaño desteñido, ahora es de un rubio platinado a lo Marylin, su cuerpo dejó en el camino del gimnasio y la dieta treinta kilos. Está irreconocible, parece de veinte en lugar de sus cuarenta y dos recién cumplidos.

La ropa moderna y su caminar airoso hacen el resto. Antonia es otra en ella. Ahora se hace llamar Ana eliminó a toni de su nombre, siempre lo odió.

A Juan no lo ha vuelto a ver, sin embargo su corazón permanece quieto en la espera. A pesar del tiempo transcurrido lo sigue recordando.

Esa noche “sin razón” aparente llega Antonia a Sinrazón más espléndida que de costumbre. Un vestido rojo ciñe el llamativo cuerpo. El escote muestra sin reparo lo que naturaleza y esfuerzo han dejado en su lugar, con la dosis justa de sugerencia para que esos erguidos pechos no pasen inadvertidos. Las sandalias negras afinan sus piernas ansiosas por dibujar en el lustroso piso los diferentes ritmos. De espaldas a la pista siente en su nuca el cálido aliento de una voz que susurra ¿bailás?... Ana reconoce el estilo. Se da la vuelta lentamente para encontrarse con la mirada de Juan. La emoción no le permite emitir sonido alguno, pero deja que el brazo del hombre apriete la cintura. ¿Sos nueva en el club? no te conozco. Yo si, te vi siempre, sólo que vos no me mirabas. Qué tonto, cómo pude no verte, sos hermosa. Gracias.

Me gustaría que nos volviéramos a encontrar, te estoy pidiendo una cita, dijo Juan con una risita sobradora.

Tal vez, dijo ella.

Ana se fue con la mirada de Juan.

7 comentarios:

  1. La formas, parece que motivan más que el fondo de un corazón enamorado, del que Juan parece no haberse enterado.
    El ninguneo típico de la persona, hasta que ve una formita atractiva.
    ¡Qué tristón!!

    Espero la venganza, Iris. Es decir el desenamoramiento.

    Un beso,

    Adela

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  2. A Juan se le debería borrar la risita sobradora, y Antonia, volver a ser ella. Claro, falta el desencanto con todo lo que eso trae... pero tengo esperanzas: Iris, ¡por favor!, que lo deje pagando.

    Un abrazo grande,
    Ale

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  3. No sé por qué me parece que en algún momento la venganza será terrible... y se lo merece el don Juan, que tiene el nombre justo!
    Me encanta la historia, Iris, espero más, por supuesto! Ese club tiene espacio de sobra!
    Besos
    Lulú

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  5. Hola. Veremos cómo sigue la historia. Lo banco a Juan. Ja, ja, ja...

    PD: Iris, tenés que ubicar al club en el plano de VC. Decime dónde está que yo lo pongo.

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  6. Juan es un cabezahueca que sólo se fija en lo exterior, Antonia... no. Ana se merece algo mejor que eso. ¡Vamos Iris! ¡Quiero saber!
    Greis desde Anonimalandia

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  7. Iris, ¡muy bueno!, tal cual pasa incontadas veces en la vida misma.

    Beso,
    Ali :)

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