viernes, 15 de abril de 2016

Discusiones

Discusiones

Me asombra, me asusta y me entristece el nivel de agresividad que encuentro en las redes sociales.
"Nosotros" somos los buenos, desinteresados, que sólo queremos el bien común. "Ellos" son los malos, los corruptos, los vendepatria que nos meterán (o nos han metido) en la peor crisis de nuestra historia.
Cada bando pone sus razones, todas escuchables. Cada bando descarta las razones del otro, porque son falsas, sesgadas, incomprobables o "te concedo eso, pero lo bueno es más valioso que esa tontería".
Cada uno elige cuidadosamente las fuentes de información para que confirmen sus creencias, a favor de A y en contra de B. 

Y sin embargo, para mí, nadie llega al poder sin mancharse. 
No hay político honesto (y los que hubo, no terminaron el mandato porque no pudieron resistir, a base de honestidad, toda la corrupción que los rodeaba). Entonces, pelearnos con alguien que queremos para defender a un político que no nos conoce y al cual le importamos un rabanito podrido no tiene mucho sentido.
Somos manipulados por los medios, que, simplemente porque nadie puede publicar TODO, segmentan y seleccionan lo que nos muestran. Y aceptamos alegremente esa manipulación y le pegamos al que piensa distinto, negándole el derecho de hacerlo. Me pregunto quién se beneficia con la división.
Ya no hay noticias de inseguridad, ahora gobierna la corrupción (que antes no aparecía)
No tenemos ideas de las crisis en las provincias, porque en los diarios sólo se habla de Uber.
Las leyes casi siempre se aprueban entre gallos y medianoche, sin discusión, sin debate y sin publicidad. Nos levantamos un día y nos enteramos de que ahora se puede o no se puede hacer tal cosa, de que fulano saldrá libre o estará preso... Me siento un corcho flotando en medio del mar; como mucho puedo hacer fuerza para donde creo que está la costa y rogar que el agua me deje llegar a tocar tierra.

"Cacarulos", "militontos", "gorilas", "kukarachas"... los insultos están a la orden del día, sin entender que no todo el mundo tiene la misma escala de valores ni de prioridades. Que el que está (o estuvo, o estará) en el gobierno ocupa ese lugar porque lo eligió la mayoría, y que la decisiones que tomen nos afectan a todos por igual y nos pasan por encima a todos por igual. Que se puede discutir y disentir sin agredir al otro, porque no es necesario que todos piensen lo mismo, pero sí es necesario que todos nos respetemos si queremos sacar el país adelante.

Duele ver cuánta democracia nos falta aprender.



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