sábado, 30 de abril de 2011

ALUCINACIÓN - c/Graciela




Ya no quiero dormir. Ya no. Las imágenes calcadas no me dan tregua. Quisiera hacerme amiga de ella mi alucinación, pedirle que no vuelva. Es inútil. Regresa.

“La veo claramente, estoy acostada sola. Una sombra que es la tuya se acerca a nuestra cama. En la oscuridad veo el brillo del arma letal que se acerca lenta pero segura. No puedo hacer nada, sólo esperarla. Una cruel sonrisa ilumina tu rostro, ya casi cerca del mío. Tu boca me busca. Tu perversa lengua recorre el interior de la mía luego se detiene paladeando el momento siguiente. Tus manos, amadas manos, fuertes, varoniles, inequívocas, clavan un puñal en medio de mi pecho. Desde allí, primero hacia arriba, luego hacia abajo, sin apuro a los costados y queda trazada una cruz perfecta. Yo en tanto te miro hacer mansa, sin miedo, segura de vos, casi con admiración. Una sonrisa diabólica destella en tu conocido rostro y te vas.
Te vas con mi corazón.”

Me despierto empapada, todo está en su lugar, hasta vos. Tu dormir es tranquilo nada lo perturba. Por un momento te odio. Cada noche de cada día el sueño se repite y vos dormís en paz sin que nada te moleste. Tengo que contártelo, de lo contrario nunca acabará este martirio. Dicen que cuando un sueño se repite con sólo contarlo desaparece.
Vano intento. Te reíste de mí aludiendo que no debía darle importancia, que sólo era una pesadilla, que ya pasaría que… no quise escucharte más y me fui. No entenderías.

“Ya estás otra vez en mí… conmigo. No importa te espero, pero esta vez no será con la tranquilidad de siempre, esta vez te haré frente. Basta de sumisión, de inseguridad. Maldita alucinación, si no querés ser mi amiga, serás mi enemiga.
Ya llega amor, estoy acá en el lugar de siempre, pero no te preocupes “ella” no me molestará más.
Aún no, todavía no es tiempo, tengo que esperar que termine su trabajo, que no sospeche. Ahora sí. ¡Fuera de mis noches maldita!...”

Esta vez me despierta el calor tibio de un líquido que moja mi cuerpo. Un grito se escapa de mi boca ensangrentada. Y ahí estás vos, a mi lado, con el pecho abierto en cruz.
Mis manos perciben los últimos latidos de un corazón… el tuyo.



(Modificado para la consigna)


4 comentarios:

  1. Un cruel espejo entre lo onírico y lo real, aunque a veces es difícil discernir cuándo es uno y cuándo lo otro. En este caso, lo real es tus dos corazones partidos... uno más que el otro. La imagen del pecho abierto en cruz es inquietante, porque le da al acto (alucinatorio y real) un sentido ritual.

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  2. Pareciera una cruel pesadilla, y ya la palabra misma intimida. Las imágenes son fuertes y me transmitieron un estado de indefensión aterrador. Dos relatos en uno, con un final bisagra que abre la puerta para la libre interpretación de quien lo lea.
    Me impresionó. Crudo como el supuesto submundo de la locura o de la adicción.
    Un beso

    Alicia

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  3. Es agobio, desolación, dolor insoportable. Me impactó lo que pasa afuera y adentro, una línea sutil y difusa entre lo real y lo irreal ¿? ¿dónde y cuándo empieza y termina cada uno? Bellísimo y angustiante, Iris.
    Un cariño,
    Ale

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  4. ¡Un regreso atroz, Iris!
    Dos lecturas tiene este cuento para mí.
    Una primera, por la insistencia de ella que, permanente, la protagonista no logra combatir ni dominar. Terrible el acoso, en ese ver y sentir reiterado de lo que al despertar luego no ha sido, mientras tanto cada día, va vulnerando. Lo más terrible Iris, y espeluznante, es que la idea y la imagen se apropiasen de la protagonista, poseyéndola y transformándola en cuerpo ejecutor del acto.
    Una segunda, lo veo también como símbolo de la inconmensurable fuerza de las ideas que en nosotros, los humanos, se instalan y nos modifican. Para bien o para mal.
    Fuerte, muy bueno, y más que sugerente.

    Un beso,
    Adela

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