la luz alumbró
mis ojos húmedos
quise escapar
mirándolo todo
viendo de las baldosas
debajo
y la parte oscura de la luna
devoré el sol
para nutrirme
de inmortalidad
pero nada es para siempre
nada
y aquí estoy
viendo a la muerte
apostar sobre
seguro
y así llegar
a un mundo feliz
sin frío ni calor
sin traiciones ni temores
quieto
altanero y oteando
con cuencas
vacías
la paz infinita
de los cementerios
Un poema romántico en el más estricto de los sentidos: la paz de los cementerios, las lápidas y los cipreses certificando la eterna nada...¿la eterna felicidad? ¿Consistira en "eso", radicará "allí"?
ResponderEliminarMuy buen poema, José,
Celia,
Tal vez veamos algo más que esos cipreses y sintamos algo más que el silbo del viento entre su follaje...o quizás sea la nada absoluta.
ResponderEliminarPor ahora no me quiero enterar y me conformo con disfrutar de la belleza de la poesía, como con tu poema.
Rolando
Bello, muy bello poema, José, aunque antes que esa felicidad prefiero las angustias, enojos y risas diarias...
ResponderEliminarBeso
Lulú
José, el poema es hermoso, aunque esa felicidad no me seduce.
ResponderEliminarBeso,
Ali - Nuri
Una preciosura de poema, José, aunque al leerlo se perciba toda la eterna quietud del lugar, tanta desolación. Un abrazo
ResponderEliminarAy, José... no sé. Lo escribís tan calmo, tan latente, tan quieto. Me gusta y me da una tristeza que no me gusta.
ResponderEliminarYo no sé hacerlo, vos lo trasmitís sin filtro y pareciera tan fácil.¡Muy bueno!
Ale