lunes, 21 de febrero de 2011
LA MUÑECA CHAMUSCADA, por jmorelli
Hace muchos, muchos años, cuando el tiempo aún no era ese mocito apurado que es hoy sino apenas un gurí de pañales que gateaba, cuando los días eran eternos y las noches aún más, los hombres levantaron un refugio. En los faldeos de la Pampa del Tabolango, justo en el cruce de las huellas que van a Chile y al Norte, construyeron corrales de piedra y un reparo chiquito de madera gruesa, sin ventanas y puerta estrecha, que carreteros y gente de arria usarían para capear temporales.
La noche de su inauguración, cuando el sol se escondió detrás del Ande, un jolgorio se enseñoreó en el refugio: tablón largo, cajones de madera, asado cocinándose en el hogar, vino nuevo áspero y picante, agüita fresca de manantial, guitarras punteando cuecas y tonadas y doña Luna mostrándose entera y brillante en el cielo. ¡Una divinura! Aquella noche, al reparo, dos mocositas jugaban entre sí. Una de ellas, vivaracha y despierta, codiciaba la muñeca de la otra, que era más mansita y sumisa, pero no boba. “No vayas a resfriarte, le decía la muy pícara, ponte un abrigo. Yo te tengo la nenita...”, pero la otra, encendida de colores por el calor, se aferraba a su muñeca de trapo y no la soltaba. “No gracias”, contestaba educada. Ella amaba a su pupé y no permitiría que nada le pasara. Las mocosas jugaban y al rato, otra vez. “¿Querís que hagamos que tu niñita se duerme dendeveras y le cantamos la ronda, y le hacemos la cunita? “No, gracias”, respondía la mocita de buenos modales, mientras la vivaracha se mordía los labios por no mostrar sus intenciones. Así siguieron jugando mientras las guitarras de los padres sonaban alegres y todos se entonaban con el vino. Llegó el sueño, que se coló como un ladrón, y decidieron que era hora de dormir. Trabaron la puerta y, a oscuras, se acostaron como pudieron. Las dos niñas cerca del hogar que todavía soltaba calor, y los hombres y mujeres más allá, cerquita de la salida.
La niña vivaracha esperó que la mocita se durmiera. Cuando pasó, se levantó con modales de gatito sigiloso y le quitó la muñeca que llevó a un rincón para esconderla. A la mañana siguiente diría que esa noche entró un ladrón y que se la robó, “total, que llore cuanto quiera, la niñita será mía....” pensaba y sus ojitos brillaban de emoción. Pero quiso Mandinga, relamiéndose con maldad, que tropezara con un bulto y cayera encima de un hombre que con el golpe se quejó. Su grito despertó a la mocita buena que vio a la otra niña con la muñeca en sus manos, entonces se abalanzó y ambas pelearon por el juguete. El Negro Finitud, con su cola metereta, quiso que la niña malita se quedara con el juguete. Ella, mientras la otra lloraba su desconsuelo, le dijo “mirá qui hago con tu muñeca” y la tiró al rescoldo. El trapo avivó el fuego con rapidez y todo el refugio ardió. La niñita buena salvó a la muñeca, que estaba toda chamuscada, y sus padres trataron de salvarla a ella, mientras los demás buscaban destrabar la puerta para salir, pero sólo logró escapar la familia de la niña mondaraz. La mocita buena y sus padres murieron a manos el fuego. De ellos sólo se salvó la muñeca chamuscada que la tierra se tragó, seguro, por un designio mágico de la tierna Pachamama.
Desde entonces, cuando en un refugio de montaña suenan guitarras y el sueño se cuela como un ladrón, tengan la certeza que se apersona la muñeca chamuscada, cual espíritu viviente, para alertar que no se debe trabar la puerta del refugio.
jmorelli
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Querido jmorelli, al fin pude entrar al blog y pegar tu hermoso cuento donde debía ir. Si este blog lo administramos entre todos podemos construir algo inolvidable. Alicia
ResponderEliminarHermoso tu cuento, estoy buscando una historia de acuerdo a la consign que tan amablemente dejaste, cuando la encuentre la dejo, mientras tanto disfruto tu relato, un beso
ResponderEliminarAgustina
¡Bellísimo cuento, José Luis!
ResponderEliminarCariños
Lulú
Me encantó la reflexión del primer párrafo sobre el tiempo que utilizás para introducirnos en este cuento, que siempre estará vigente, por ese transcurrir que nos ocurre, casi siempre entre los opuestos, pero más aún, entre disquisiciones del bien y del mal, o de los buenos y los malos.
ResponderEliminarMuy bueno José Luis.
Un beso,
Adela
Un cuento fabuloso José Luis, recuerdo haberlo leido, y hoy te vuelvo a felicitar. Excelente!
ResponderEliminarUn beso,
Martha
¡Hola José Luis, tanto tiempo!
ResponderEliminarQué terrible historia de celos y descuido que suena a transmición oral de la tierra adentro. Y es un buen relato para contar por la noche a la vera del fogón. :)
Excelente relato José Luis con moraleja al final y todo. Completito. Se lee de corrido queriendo saber que pasará en esta lucha inquietante entre el bien y el mal. Me super gustó.
ResponderEliminarUn bf.
Iris.