lunes, 21 de febrero de 2011

DIOS DE LAS AGUAS, por Agustina Aleman

Federico Insúa era ambientalista, en el tiempo que le quedaba libre, se dedicaba a su otra pasión,el ilusionismo.
De carácter parco, la larga cabellera y la profundidad de sus ojos negros le otorgaban misterio.
Había recorrido todo el mundo, encontró paisajes inimaginables.
La naturaleza a veces se mostraba exultante, otras enseñaba los faltantes en otros puntos del orbe.
Esa noche haría una reunión en su casa, el lugar elegido sería el sótano.
Los asistentes debían asistir con vestimentas blancas, sobre un pequeño escenario había posado una pantalla, en ella mostraría distintas diapositivas de los viajes realizados, al costado una calavera de ojos como rubíes igual que la boca que alguna vez había sonreído.
Acomodó una fila de pupitres para los que quisieran tomar nota de la charla, en los candelabros las velas derramaban pequeñas lágrimas de cera, en un estante había colocado flores y sahumerios.
Antes de comenzar la disertación, cortó una flor de rosa china colocándola sobre la calavera que muda asistiría al evento, el color rojo de aquella combinaba con los ojos inertes de ese testigo que presentaría a sus amigos al final de la exposición.
Pausadamente se dirigió a ellos, brevemente los introdujo en la historia, les habló de la importancia del agua para conservar las especies.
Les contó de una tierra árida, las diapositivas dejaban ver el suelo quebrado, estaba tan lastimado que podían observarse las entrañas de la tierra, allí en el medio de la nada sobrevivía una tribu, el más anciano de los habitantes le hizo saber ,que hace muchos años ese lugar había sido un paraíso, las vertientes de las mesetas eran el sitio elegido por las aguas para caer en pequeñas cascadas, los árboles crecían, entre las ramas descansaban los nidos de las aves que lo despertaban al amanecer, de a poco la mano del hombre convirtió ese espacio en un páramo.
Federico le preguntó por qué se quedaba, el anciano le respondió que allí había nacido y ahí moriría.
Antes que el ambientalista emprendiera el regreso, le regaló la calavera, en el camino le comentó que en el fondo del océano reposaba un objeto de forma indefinida, cubierto de piedras preciosas, quien lo encontrara debería subirlo a la superficie y venerarlo, de esa forma volvería el líquido elemento que permitiría la sobrevivencia de la humanidad, el nombre era Bulane, dios de las aguas.
La conferencia había concluido, el amanecer pintaba de rosados y grises el cielo, Federico decidió sumergirse quería encontrar la escultura cubierta de piedras, era necesario que todos tuvieran algo tan elemental como el agua.
Los periódicos de la mañana, daban la noticia en primera plana, el conocido ambientalista Federico Insúa estaba desaparecido.
Aún no se sabe si logró su objetivo, todos sin importar la religión que profesan, oran por su regreso.

http://www.youtube.com/watch?v=YEDSWurtngk

Agustina Aleman

6 comentarios:

  1. Muy buena la ambientación de la ceremonia y de todos los detalles que la rodean. La personalidad de Federico es subyugante. Alicia.

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  2. Me encantó, Agus. Valió la pena todos los pasos que tuve que seguir para poder comentar, jaja!
    Besos
    Lulú

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  3. Agus, espero que salga, para comentar a Adela, hice como seis intentos y apareció un "mamarracho" ¿qué habré hecho? Confio que en este corra todo bien.

    Tu cuento tan bien pensado y enimgmático
    tiene una actualidad increible, los maestros,
    o seudos maestros muchas veces, o chamanes gente que se ha formado a través de las transimisión oral, son requeridos por ambientalistas y gente en general, incluso científicos, con muchas preguntas para hacerle al futuro y las respuesta parece que hay que buscarlas en el pasado.

    Muy bueno, Agus, felicitaciones!

    Martha

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  4. La naturaleza que manda, siempre manda Agustina. Siempre. Y las creencias que creamos y vamos transfiriendo, sin poder dejar de aferrarnos a veces, como a la esperanza. Acaso sólo para intentar mitigar nuestras carencias.
    Un beso,
    Adela

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  5. Me pregunto si ese Dios de las Aguas no se habrá cobrado en el ambientalista las faltas de todos los hombres. De lo que estoy convencido es que cuando el hombre como especie ya no sea siquiera olvido, la naturaleza seguirá su curso inexorable.

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  6. Buen relato Agus, el deseo del bien más allá de todo. Me super gustó.

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