martes, 9 de agosto de 2011

Sobrevolando Consignas (2)


Inevitable Declinación

Le iba mal, increíblemente mal, de una manera indescriptible, como para avergonzar a quien tiene un repertorio con las peores desgracias.

Pero las modas no perduran y lentamente hubo ganados por el descreimiento, la duda y cerca del final lo peor, la indiferencia.

En plena declinación, a punto de pasar a otra cosa, lo salvó el asombro.

Se acabaron los Porotos.

Escuchó una voz que le decía: Una sola oveja dondequiera encuentra hierba.

¿Se habrá arrepentido?

El día que desapareció el Obelisco.

Así se promocionaba. Pero la gente quedó extasiada cuando lo reflejó un espejo deformante colosal. Se olvidaron del espectáculo de la desaparición.

Negocio redondo para el mago, por un fallido consiguió un éxito. Se entusiasmó.

En el primer punto de una gira que iba a ser mundial, fue abucheado y en medio de un escándalo suspendió la representación.

Otro público, otro obelisco.

Cuando llora el Limonero

No se mueve ni una hoja pero cada gota que cae al suelo es una palabra al lado de la otra: “Si venís a consolarme ya no hay mal que consolar…”

4 comentarios:

  1. Inevitable declinación. ¿Inevitable? ¡Gracias, Randos! Me gustó entrar y encontrarte.
    Un cariño grande a todos,
    Ale.

    ResponderEliminar
  2. Otro texto que entusiasma
    Maravillosos sobrevuelos. Internos y externos, completitos
    Me gusto: si venís a consolarme ya no hay más que consolar ( maravillosa )
    Un inmenso abrazo duendecito

    ResponderEliminar
  3. El del limonero me emocionó. ¡Gracias!

    ResponderEliminar
  4. Qué buenas instantáneas de lo fugaz, de lo que desaparece y también queda. Acuerdo con Liliana y Greis que la frase del limonero es perfecta.

    ResponderEliminar