"Obelisco at nigh" foto de Frans Swaalf
oblivion
Alejandro luque
tránsito mental de buenos aires hora cero y humedad cien por ciento
cuando los semáforos en la aturdidora cabezaciudad funcionan tan al pedo correctamente
cuando los semáforos en la aturdidora cabezaciudad funcionan tan al pedo correctamente
que uno tiene la sensación de estar en la ciudadcabeza ideal
el ruido fiízzzzzz de los neumáticos sobre el asfalto
satinados por los slaloms surrealistas entre los baches
pararse en una esquina y observar cómo algún perdido
vaya uno a saber con qué destino e intención
toma la próxima a la derecha y pone el guiño
después de haber girado
su ruta y nada importa
levantar la cabeza y desconocer las constelaciones
a través de los destellos desdibujados por la lluvia
esa sensación de estar presenciando
tal vez
la gran escena de la vida con la sola certeza de saberse empapado
ser tan poca cosa en medio de cualquier metrópolis y
sin embargo
osar hacerse la película en la que uno es el único protagonista
y aún así disfrutarse como si fuera un logro trascendental
lastima bandoneón mi corazón
pero aquí se está, empapado de buenos aires y de ausencia
y eso es mucho
es la herida abierta
un desangrarse maravilloso
por eso se le cae a uno una pajera lágrima en la mejilla
que se mezcla con el chorro que tributa desde la frente
y en ese momento
el tipo se da cuenta de que existe un atlántico inexorable
entre su necesidad de estar sobre una nueve de julio y su diagonal
y su realidad de oblivion en una avenida encharcada de nombre impronunciable
Me gusta tu blog, sí señor. Volveré.
ResponderEliminarA grandes velocidades: giramos, rotamos, vibramos y estamos suspendidos (privilegiadamente) en el espacio, en un espacio bombardeado por/ de meteoritos y demás incognoscibles a la percepción… ¡Es mágico! ¡Es increíble de tan solo pensarlo! ¡Casi ilógico tomar conciencia de ello! ¡Todo ese caos magnánimamente insostenible, se respira por cada uno de nosotros ¡ existimos a pesar de!, como si no pasara nada más que amaneceres y anocheceres ,veinticuatro horas …
ResponderEliminarEntonces, me pregunto si ese Oblivión (olvido), se llama Oblivión porque no precisamente es recuerdo y si, mágico
¿Quién puede atestiguar con certeza y rigor científico, que a pesar del Atlántico, el relator, sí estuvo caminando por nueve de julio, justo en ese momento, parado en la calle del nombre impronunciable?
La carcaza en la que nos protegemos, cuerpo, sirve para la realidad de las veinticuatro horas. Pero, ojo ¿solo hay una realidad de tiempo, después de tomar conciencia en dónde y cómo vivimos?
¿Cuantos cuerpos diferentes existen en uno mismo?
Los nanos segundos que tarda nuestro cerebro en reaccionar lo deben tener bien registrado, pero algo velado a nuestro poder cognitivo.
Me fascino este relato
Un inmenso abrazo
PD: copia
Ni una coma. Estética y semántica. Me encantó lo original de esta versión pro tanguera. Gód!
ResponderEliminar¡Yes! Pro tanguera como dice Deleted. ¡Muy Buenos Aires!
ResponderEliminar¡Cuánta nostalgia en ese cuento! Y que buen nombre. Me encanta el sonido de la palabra "Oblivion", con toda la carga que tiene.
ResponderEliminarUn abrazo desde este lado del Atlántico