lunes, 1 de agosto de 2011

La sombra del blanco ( Capítulo cinco)

Después de caminar un largo tiempo entre máquinas, probetas y tubos de ensayo, ingresaron a una oficina al final del salón, el mismo estilo que las demás, absolutamente vidriada.

– ¿Y? Ana– preguntó Edgge, escudriñándola

–Pasmoso–No supo qué contestar– ¿Qué significa todo esto? ¿Saben que quedé ominosamente sola en este mundo y van a cortarme en pedacitos?

–Le dije que iba a ser muy franco…aunque suene aberrante. Existe un interés muy especial para que ese hombre desaparezca de este mundo. Cómo ve, le estoy descargando media mochila. La posibilidad existe y es real. Limpia, sin culpas ni cargos. El gran tema, es que no conseguíamos el voluntario…hasta que llegamos a usted. Su plena soledad es lo que necesitábamos, para que no exista una marcha atrás, ni un atisbo de arrepentimiento. Si usted siente que puede ser capaz de extraer de la palabra venganza el concepto y darle forma, proseguiré. Es indispensable la convicción

–Continúe Edgge. Ya le dije, estoy muerta y los muertos no sienten arrepentimiento

–El hombre es adicto a cirugías plásticas. Sabemos que dentro de tres semanas le practicarán una rinoplastia . Es nuestra oportunidad. Usted sería escaneada a una escala tan pequeña como la de una partícula e introducida en el cerebro de él

– ¿Qué?

–Usted no, Ana. Una exacta réplica suya nacida de sus células. Una perfecta réplica de todos sus sistemas y tejidos del tamaño de una plaqueta, con una pequeña variante. La réplica, debe ser modificada con algunas células pertenecientes al asesino, para que el organismo no la rechace ni la reconozca como invasora.

– ¿Y que lograría la réplica?

–Lo que usted disponga, Ana. Usted la programa con su convicción. Tiene seis días para construir la idea. Esa cantidad de días, precisa el proceso de cultivo de células para lograr la impresión de la réplica.

Estaba cansada. Se tiró en la cama de esa habitación que no era la suya, sin embargo, ya la sentía propia. Una cama cálida y confortable, y su olor en la almohada. Necesitaba estar quieta, muy quieta. No moverse. Pensar. No había nada que tuviese el menor sentido, o si lo tenía, estaba demasiado cansada y rendida para reconocerlo. Cerró los ojos.

“Dicen que la vida es tenaz, Dicen que la vida siempre encuentra un medio. Dicen que si se le concede media oportunidad e incluso menos, crecerá y existirá y evolucionará en cualquier lugar, incluso en los sitios más inhóspitos e inverosímiles. Quédate muy quieta. Sigue flotando en tu mente”…

Despertó transpirada y con la garganta irritada como si hubiese gritado hasta quedar muda.

Algo había cambiado mientras dormía.

Todo lo que contenía la habitación, todos los objetos, adquirieron una dimensión que no habían tenido desde su llegada. Se incorporó. Los ojos abiertos de par en par, saltando de un lugar a otro. Una mesa de luz perfectamente barnizada, sobre la misma una botella de agua y revistas de tapas coloridas. Un angosto placard con espejo adosado a una de sus puertas como un brillante reflector de espacios. Una pequeña biblioteca de madera rebosante de nudos oscuros, y atiborrada con libros de lomos desgastados. La mosca intentando posarse en uno. La ventana abierta, el aire empujando las cortinas.

Tomó uno de los libros: Boudica. Primera heroína de la historia de gran Bretaña. Prasutago, rey de los icenos, un hombre acaudalado, había hecho coheredero con sus dos hijas al emperador Nerón, esperando de esa forma conservar su reinado y su fortuna familiar. Pero su deseo fue ignorado, su viuda Boudica azotada y sus dos hijas violadas. Boudica encabezó una brava revuelta. Mostrando su cuerpo magullado y a sus hijas violadas arengó:”. Ganareis esta batalla o pereceréis. Eso es lo que yo, una mujer, pienso hacer.” Setenta mil romanos fueron asesinados.

La claridad fue pasmosa, demasiado. Barrió su interior como río de luz, incluso pudo observar resquicios del sueño anterior al final de su cabeza, diluyéndose. La venganza tomaba forma, se vestía y agitaba su sangre pidiendo salir.

N/P: Termina en cap. seis

1 comentario:

  1. ¡UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUH! ¡Mirá que si me como los dedos además de las uñas me vas a tener que pagar por buena!

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