domingo, 7 de agosto de 2011

EL ARCHIPIÉLAGO EFÍMERO

EL ARCHIPIÉLAGO EFÍMERO

Otra isla que se suma. Me gusta ser como las corrientes marinas, ríos en el océano, y llevar conmigo, por un tiempo apenas, a las islas que se suman a mí.
No son todas iguales.
Hay islas jóvenes, llenas de flores aún en pleno invierno, que lucen su belleza con inocente placer. Islas viejas sin un sólo punto de verde en su paisaje. Islas dulces y amargas, islas pobladas de fauna insolente que se pasa a la isla de al lado sin ningún miramiento, provocando un escozor insufrible. Islas desiertas, islas paradisíacas, islas que destilan veneno e islas que irradian alegria.
Algunos son apenas islotes blancos que vienen amontonados: gritones como todos los jóvenes, un remolino de piedra blanda y caliza sin mucha sustancia en realidad, porque todavía son islas en formación.
A veces se me unen lo que yo llamo "islas divididas", grupos de islas de distinto tamaño que encastran para formar una más grande. Se enganchan a mí, lideradas por la isla mayor, y sólo se conectan entre ellas, ignorando al resto.  Vienen de a cuatro y a veces más, pero los grupos más comunes son los de dos islas. En ocasiones el encastre es tan perfecto que cuesta darse cuenta de que son dos, parecen una sola isla compartiendo su paisaje. Otras tienen las costas tan gastadas que apenas se sugiere que alguna vez formaron un todo.
Cuando se me une una isla volcánica, la detecto enseguida y trato de evitar que explote, porque son un problema. Salpican lava y piedras y las otras islas se molestan conmigo, como si fuera mi culpa. Lo peor es cuando son parte de una isla dividida y perjudican notablemente a las otras de su grupo sin que yo pueda hacer nada. Veo correr los ríos en las islas lastimadas y me entristece.
Sin embargo, nunca dejan de ser islas. Se agregan a la corriente sin importarles nada de lo que sucede a su alrededor, ni las otras islas, ni el océano, ni el río que las lleva. En su aislamiento no hay nada más importante que ellas mismas. Pueden chocarse unas con otras, pueden ver cazadores furtivos que se llevan los tesoros de las demás islas y no hacen nada para evitarlo. Simplemente, aprovechan el curso del torrente para llegar a su destino y allí lo abandonan. Islas...
- ¡Chofer, le dije uno diez, no uno veinte!
- Disculpe señora, ya le devuelvo las monedas.
Otra isla que se suma. Ésta parece que tuvo un mal día.

7 comentarios:

  1. Lo leí de dos maneras
    Como cuento: muy bueno
    Como metáfora: No le encuentro sentido, es decir, si le encuentro sentido, pero no el correcto. Si le gusta ser como las corrientes y llevar por un tiempo apenas, a las islas que se le suman ¡ Por qué sufre? ¿Por qué se siente dolido o victimizado?. Las islas , son islas
    Un abrazo

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  2. Interesante tu comentario, Lilian. Yo nunca sentí que el narrador sufriera o se sintiera victimizado. Simplemente relata un día de su vida, con las islas que vienen y van... Es interesante como cada lector le pone algo al texto. =)
    ¡Gracias por leer y comentar!

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  3. "... como si fuera mi culpa".
    " me entristece".
    "y trato de evitar que explote, porque son un problema".
    "provocando un escozor insufrible"
    "sin que yo pueda hacer nada".
    "y allí lo abandonan"
    Cuelgo algunas de las frases que me llevaron a pensar así
    Besossssss

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  4. ¡Mirá qué loco! No las tenía registradas... ¡y eso que las escribí! ¡Jajajajaja!

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  5. Italo Calvino decía: " La palabra conecta el rastro visible con la cosa invisible()...como un frágil puente de emergencia tendido sobre un abismo"
    :))

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  6. Un rosario de islas. Para pensar con cada una.
    Muy bueno.

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  7. Gracias por leer y comentar, Randos! :)

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