sábado, 12 de mayo de 2012

Yo no conocía el miedo



     El pequeño Dan pasó toda su niñez bajo la cama, se ocultaba cada vez que su padre llegaba a casa. Conoció la peor parte de la raza humana. La monstruosidad y la violencia, eran para él un fiel retrato de ese hombre, que siempre llegaba para agredir a su madre y destrozar todo lo que estaba a su paso. Dan siempre repetía en voz baja: un hombre como él no debería existir.

     Mientras pasaba el tiempo, la cama se hacía pequeña para Dan, y llenaba el armario de cajas vacías. Cuando tenía 10 años, el pequeño ya tenía más de cinco mil cajas guardadas, algo absolutamente impresionante, pero ¿para qué juntaba tanto cartón? Lucía, su hermana menor, tenía en ese entonces, cinco años, era la protegida de Dan. Él nunca permitió que su padre conociera a la pequeña Lucía, la ocultaba bajo la cama, como él lo hacía a su edad.

     Un día Lucía le preguntó a su hermano, para qué tenía tantas cajas en el dormitorio, y él le respondió que eran para construir su propio hogar. Ambos acumulaban cartones de todos los tamaños y con cinta adhesiva unían los bordes. Casi faltaba poco para terminar los últimos detalles. Dan y Lucía ya tenían el dormitorio forrado de cartón, las paredes estaban cubiertas de cuatro capas por lado, solo la puerta tenía seis capas, cada pila pegada con pegamento casero (engrudo), hecho de harina y agua caliente.

     Ambos pasaban cada noche a solas, porque su madre ya había muerto hace un año. Dan miraba a la gente de la ciudad por la ventana, deseaba deambular en el exterior de su casa de cartón, pero esperaba pacientemente que su hermana creciera un poco más. Al cumplir Lucía los diez años, y Dan los quince, se atrevieron a salir para conocer la gran ciudad. Dan encontró trabajo en una pastelería y Lucía entró a la escuela. Todo había cambiado para ellos, el miedo ya no existía.

     Conocí a Dan en una entrevista de trabajo hace cinco meses, y escuché atentamente su testimonio, cada palabra me hacía estremecer, porque su sonrisa liberaba un miedo interminable. Fue en ese entonces, cuando me atreví a preguntarle, qué era para él sentir miedo, qué sentía específicamente, y me dijo: yo no conocía el miedo, pero me dediqué toda mi infancia y adolescencia para que mi hermana jamás lo conociera.

      Llevábamos mucho tiempo trabajando juntos, Dan se convirtió en un pilar fundamental para la empresa, nos casamos a principios de este año y Lucía se convirtió en una gran amiga y compañera. Sin embargo, algo pasaba con él, últimamente se aislaba demasiado de nosotras, se encerraba en el dormitorio, y tenía un montón de cajas acumuladas en el cuarto vacío de huéspedes.

      Intenté hablar con él para preguntarle lo que estaba pasando, y me dijo que tenía que forrar la casa de cartón para que mi hijo y yo no conociéramos el miedo, yo simplemente le dije que no se preocupara, que el miedo viene inserto en nosotros, que es parte de la humanidad. Dan se alteró muchísimo y me respondió: el miedo no viene inserto en nosotros, nos enseñan a sentir miedo, pero lo peor de todo, es ver al miedo en persona. Yo solo quiero que ustedes no lo conozcan.

    No entendía nada de lo que estaba pasando, hablé con Lucía, y me contó todo lo que ustedes ya saben. Dan había cubierto la habitación de ellos con cartón cuando había muerto su madre, y quería sentirse protegido y al mismo tiempo proteger a Lucía. Fui a buscarlo para hablar con él, para decirle que lo entendía, que lucharíamos juntos, que lo amaba por sobre todas las cosas. Cuando llegué a casa, él lloraba amargamente y solo me dijo: No quiero que conozcan a mi padre.


5 comentarios:

  1. ¡Bienvenida, Adri!
    Muchas gracias por aceptar la invitación a participar. Te has presentado con un relato de gran calidad literaria y que muestra el perfil psicológico del protagonista, marcado a fuego por experiencias traumáticas de la niñez, tal como ocurre con mucha gente que quizás ni siquiera lo advierten.
    Felicitaciones y sigamos adelante, insuflando vida a este emblemático espacio.
    Un fuerte abrazo y cariños atravesando la cordillera.

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  2. Gracias Pituti, por invitarme, por el ánimo que siempre me das. Para mí es un gusto estar aquí, he leído varios escritos que son muy lindos, y quise poner un granito de arena más.
    Felicidades a todos los que hacen de este espacio un lugar acogedor.
    Un abrazo desde Chile! =)

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  3. Excelente relato Adriana. Impactante, profundo y en él queda latente como el sufrimiento en la infancia afecta de manera tan tremenda la madurez del ser adulto. Ningún niño debería pasar por estos traumas, es indignante.
    Felicidades!!!
    Muchos besos y cariños desde España.

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  4. ¡GUAU! ¡Qué carta de presentaciòn, Adriana!
    Bienvenida a este espacio, ojalá que nos hagas disfrutar muchas más obras como esta.
    Un abrazo!

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  5. Muchas gracias a todos. Monique, concuerdo contigo, "ningún niño debería pasar por estos traumas".
    Greis, de verdad te lo agradezco...y bueno, también espero que lo disfruten, así como yo lo hago mientras escribo. No es nada fácil, siempre estoy tambaleando, creyendo que no está del todo bien logrado, en fin...gracias!!!
    Abrazo a todos!

    Adri =)

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