sábado, 12 de mayo de 2012

RATSIRA

 

RATSIRA

Jorge Umberto Malpeli

Jugaban a descubrir figuras en las nubes bajas y oscuras, que como fantasmas callados  pasaban  hacia el este, cuando comenzó a llover sobre el barco y éste a moverse más. Pero ellos siguieron allí, en las reposeras,  tomados de la mano,  bajo la lluvia de groseras gotas calientes.
Tormenta de verano, solo es otra  pasajera, -dijeron y rieron al mismo tiempo.

-Quisiera morirme en  un día de lluvia -dijo Safit,  en voz alta mirando al cielo y agregó: - haberte conocido es como un rayo de sol bajo esta lluvia.

Ratsira,  acostada en la reposera de al lado, le apretó más  fuerte la mano. ¡Gracias mi amor! -dijo -¿ y entonces...  porqué hablas de  muerte?  ¿Y si no llueve ese día?  
-Lo pondré en mi testamento -contestó él.
-¡Ja! sólo los ricos  hacen testamentos -replicó la joven.
-Yo seré rico algún día  y así lo  pondré;  si el día de mi muerte no llueve, quiero que conserven mi cuerpo en una cámara fría hasta que llueva. Deseo que el agua moje la tierra por encima de mi cofre de madera,  hasta que se haga barro. Ese es el barro de donde venimos y al que vamos -aseguró.
-De allí vendrás tu -contestó ella -porque lo que es yo, te repito,  vengo de las arenas blancas de Mananjary,  donde los lémures juegan en la playa.
-¡Es un lugar hermoso!  Justo donde quiero ir a vivir -dijo Safit. En cambio  yo soy de Antananarivo.
Se conocieron cuando abordaban el buque en Buenos Aires. Ratsira tropezó en la escalera y él la tomó del brazo, que por otra parte ella  no retiró.
-¿Dónde trabajás?  -le preguntó. Ahora le había tomado la mano. Ratsira  sonrió mirándolo a los ojos.
-Por ahora estoy en el puente nueve -contestó.
-Yo en la sala de máquinas,  soy ayudante del director -dijo Safit y agregó rápidamente al ver que ya  terminaban  de subir : -Te invito a bailar esta noche ¿ok?
 -Ok, -contestó Ratsira sin pensar -¿dónde?
-A las 3, en la popa del puente 12 Tengo un lugar privado ¿Ok?
-¿En la terraza,  al aire libre,? está bien.

Al personal les estaba prohibido el acceso al boliche.
Pero la música que salía por los ventanales abiertos de la Pasha Disco Bar del puente 12,  se escuchaba perfectamente en ese rincón de la cubierta.


Era una noche estrellada, magnífica, la  luna llena brillante reflejada en el mar acompañaba al barco que avanzaba lentamente, como si no quisiera dejar  la rada.
Parecía que para todos era el momento de los lentos.
Los delfines también habían llegado en la voz de Sergio Dalma;

“Bailar pegados es bailar,
igual que baila el mar con los delfines.
Corazón con corazón
En un solo rincón...dos bailarines.”

¿Qué pájaros son ?  preguntó Ratsira señalando algunas aves que volaban sobre la cubierta.
-¡Son “Gaviotas Capucha Café”!
¿Así se llaman?
-Oui -afirmó Safit (hablaba poco en malgache) -y no las mires; si vuelan bajo sobre un  barco,  traen mala suerte y más en una  noche como ésta,  de  luna llena. Los pescadores de Madagascar dicen que  buscan los despojos humanos flotando  de algún naufragio.
-Demasiado tarde, ya las miré pero yo no creo en esas brujerías. ¿Acaso me traerán mala suerte con vos?  -preguntó Ratsira.
-Conmigo no... tal vez con otro...-dijo Safit.
¡Ja! ¿Otro? No hay ningún otro, tonto -contestó sonriendo.
Amanecía cuando ella dijo susurrando: -Creo que lloverá. ¿Vamos? Te invito a mi suite en el puente diez.
-¿Suite? -preguntó Safit incrédulo.           
-Sim,  sim, -dijo en portugués -la 1039 se desocupó ayer en Punta del Este. 


-Siempre recordaré ese número -dijo Ratsira en la mañana señalando la pantalla del  televisor que mostraba al barco cruzando el Trópico de Capricornio; 23 grados Sur; la primera vez que hicimos el amor y vos encontraste mi punto G. Me tengo que ir –agregó mientras se retocaba las ojeras nocturnas -me llevo la tarjeta. Vos podés quedarte un rato,  no mucho ¿Eh? Viene Julieta a hacer el camarote y no quiero que te encuentre aquí. ¡Ah! Esta noche no me esperes; trabajo en el Manhatan Bar del puente 5. Te digo que allí la paso bien; con Silvia y César; ella canta y él toca el piano electrónico.  Converso como puedo,  con gente de otro lado del mundo y además mucha propina. Mañana a la tarde tengo Ilhabela, desembarco a las 15. Te traeré unos cocos -concluyó-
Safit escuchó que cerraba la puerta. -No me gustan los cocos -murmuró y se dio vuelta para seguir durmiendo.

Solo quiero que sea  un novio bueno y decente, suficiente para compartir   mis sentimientos  ¿Aburrido?. No importa -pensó Ratsira caminando por ese interminable pasillo de camarotes  de números impares. 

-¿Cuál es el cocktail del día?  -era la pregunta  repetida de una pareja argentina.
-Hoy tenemos el Mambo con alcohol a  4,90 dólares. Tiene ron claro y oscuro, jarabe de mango y papaya, jugo de limón y naranja. -explicaba Ratsira.  Está rico -agregaba. O sino puede ser el Dirty Banana Shake,  que lleva banana fresca, menta y jarabe de chocolate y es más económico.       

-¿Perdón, en la noche de gala las mujeres podemos llevar trajes de pantalones? preguntaba otra.
-Puedes ponerte lo que quieras – afirmaba Ratsira -no es obligatorio ir elegante. Aunque yo personalmente me pondría todo lo que tuviera a mano  -contestaba  sonriendo.

-Signorina...¿hai qualcosa da bere ? ¿cosa mi consigli?  -otra vez el italiano ese –pensó Ratsira y agregó -Scusi.. parlo un pó di italiano...me lo puó ripetere?
-No so come dirlo...¿posso ordinare da bere?
-Mi scusi ...per favore...contestó ella.
Vorrei un antipasto y  un bicchiere di vino rosso -y agregó -¿Sei single? ¿Ti va di uscire con me stasera?
-Non riesco a capire niente -contestó Ratsira y se alejó sonriendo.

-A mi... tráigame un Yellowbird, ese que tiene ron claro, galliano, crema de banana, jugo de limón, naranja y ananá  -ordenó otro caballero señalando el menú y vos que vas a pedir -preguntaba a su mujer -Yo...una copa de vino Lugana Maiolo bien frío.

-Tenemos un camarote en la popa. Desde allí vemos la estela que deja el  barco... ¿Se moverá mucho? -preguntaba preocupada  la novia del  5044  -Y si... -contestaba amablemente Ratsira -esos camarotes son un poco saltarines, pero te acostumbrarás y la vista es hermosa.   

-Mademoiselle;  Une biêre blonde, noire,  et la note s´il vous plaît. 
-Avec plaisir monsieur.      

No solo  por las propinas, que se incrementaban en cada servicio, simplemente así era Ratsira por naturaleza;  amable, accesible, atenta y simpática. ¿Asequible y fácil para el amor, tal vez?. No, definitivamente no. 

Dos noches después, ya en su camarote, Ratsira corrió el espejo, digitó  su  clave y abrió la puerta de la pequeña caja de seguridad. Extrajo su arca de madera, como le gustaba llamarla, y guardó las propinas que había recogido en esos días. Había euros, dólares, reales, pesos argentinos, monedas y papeles. Esta vez no las contó. Calculó mentalmente el monto aproximado de su tesoro. Ahorraba todo  lo que recibía; hasta  su remuneración mensual en dólares cuando estaba en América y en euros cuando el barco navegaba por  Europa.
Cerró sus ojos, apretó sus puños  y sonrió imaginando su casa  propia en Madagascar, sin preocuparse por el destino de muerte y barro.

-¡Safit!  -exclamó Ratsira al entrar a su camarote -¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?
-Julieta me abrió la puerta, solo vine a traerte una flor -dijo señalando una rosa roja colocada en un florero largo sobre la mesa del espejo. ¿Sabías que
mi nombre viene de Safiterra, que significa “el que cuida flores”? -explicó Safit.
-¡Es hermosa! -dijo Ratsira, y agregó -te has ganado el amor de una princesa. Mi nombre era el de una antigua reina de la isla -dijo sonriendo y lo besó largamente.     

En el puerto de Santa Cruz de Tenerife lo vio bajar presuroso por la escalera de estribor Antes de pisar tierra él giró su cabeza y entonces la descubrió de pie en el balcón de la suite 1039.
-Ciao Ratsira, ciao  bella,  ciao. Te veré en Madagascar -dijo.
-Ciao Safit -contestó ella.

Es fue el preciso instante en que recordó a las “gaviotas capucha café”.

¡Mi arca! -dijo Ratsira  y corrió por el largo  pasillo de números  impares hasta el ascensor. Ya el barco hacía sonar la señal de partida cuando llegó hasta su  camarote,  el numero  5000,  detrás del teatro San Carlos. Corrió el espejo, digitó su clave secreta: la fecha de nacimiento. Demasiado fácil, debería haberla cambiado  -pensó -y abrió la caja de seguridad. Nada faltaba.  En su arca,  sobre el dinero encontró  una vela rosada, que en  sus manos se transformó en una rosa roja de papel.
Entonces recordó cuando juntos vieron los trucos del mago Vitorio del Buda Bar en el  puente 5.
La apretó contra su pecho y sus ojos se llenaron de lágrimas. 

Mientras caminaba por la piazza San Marcos en  Venecia, se preguntó por qué guardaba el retrato de Safit. ¿Sería amor? Seguramente -concluyó.
El viaje había sido  largo, demasiado largo.

4 comentarios:

  1. Intimidades mágicas de un crucero. Se huele el aire marino y se perciben los sabores. Y allí, el mundo entrevisto de la gente que transcurre gran parte de su vida en la rutina diferente de los barcos. Los ricos diálogos le dan el toque justo para darle verosimilitud a la historia.
    Es muy bueno y reconfortante ver que Villa Cimera vuelve a recuperar sus colores con la participación de los excelente escritores de origen y las nuevas y talentosas incorporaciones.
    Un abrazo, Jorge. Sigamos adelante.

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  2. Gracias Rolando; parte de la historia las viví a bordo de un crucero; las camareras de Madagascar que juntan las propinas para comprar una casa en su país, apenas nos entendíamos en español; las preguntas de los novatos; los ricos tragos, probando uno distinto cada noche; los bares en penumbra con músicos y cantantes. La verdad que la vida transcurre placenteramente a bordo. Nuevos amigos...interesantes debates.
    Gracias por tus comentarios que nos dan fuerza para otros relatos. Jorge Umberto Malpeli. Viedma

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  3. Me gustó mucho tu relato, se hace muy ameno y creíble. Interesante y enriquecedor por las experiencias vividas, donde la psicología juega un papel fundamental para atender las necesidades de cada uno de los distintos pasajeros.
    Felicidades!!!
    Muchos besos y cariños, Melipal.

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  4. Hola Jorge! ¡Qué placer tenerte de nuevo por acá con una historia tan linda! ¡Un abrazo y espero leerte pronto!
    Greis

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