24:01. El bar cierra sus puertas.
El final para un cuento real, se deshace como barquito de papel en la tormenta.
Ella, se levanta lentamente de la silla. No lleva maquillaje. Profundas huellas azuladas, dibujan sus ojos. Con el mentón pegado al corazón estira su falda, y se encamina tambaleando hacia la puerta.
Se pierde entre sombras de la calle, a la hora de las brujas.
Él, la observa pegado a la ochava de la esquina. Masculla entre dientes: “Eras fea, horriblemente fea. Ahora, borracha, cargada de dolor y culpas, eres bella, inmensamente bella. Sería agradable que lo supieras. Pero, un mar de dos carriles de adoquines nos separa.”
24:02. El bar apaga las luces
Ella, en la negrura fatídica de la bruma, echó culpas al rocio de la húmeda pena.
Él, odió no ver los callos de las manos de tanto girar las ruedas de su silla.
24:03. El silencio abruma.
Otra noche de escobas y vacíos.
Me gustó mucho esta historia, Lilian. Me gustó mucho la frase "... un mar de dos carriles de adoquines nos separa". Es una imagen muy bella.
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