sábado, 9 de junio de 2012

“Un para siempre”






Las fotografías y el tic tac del reloj, me hacen volver a este tiempo incesante, que lo único que logra es hacerme estallar de rabia y de impotencia, con una profunda tristeza, más allá de la melancolía. Si tan solo estuvieras aquí, si tan solo...












Un leve pestañeo me hizo recordar que lo único que realmente me hace feliz es amarte, a pesar de este terrible aguacero que causan tus lágrimas. Aunque pasen mil tormentas a destrozar nuestro nido y a recoger lo poco que nos queda, jamás se llevarán lo que hemos vivido juntos. Han pasado los años suficientes, todo un sinfín de posibilidades para que los antagonistas de esta historia lo arruinen todo. Pero nosotros no seremos historia, somos infinitamente “un para siempre”.
Cada una de las cosas que te vuelven a revivir son pasajeras, escuchas el leve sonido de un respiro tras tu puerta, ya no sientes frío ni calor, ni hambre ni fatiga. Te vuelves a sentir como en un principio de tu vida, en el que todos están pendientes de ti, cuando en realidad solo lo harán por un poco tiempo más. Al nacer eres el centro de atención, y cuando dejas de ser niño toman en cuenta solo tus faltas y errores. La muerte es a veces una solución, pero una constante tortura para los que se quedan recordándote.
Nunca quise que pasaras por esto, no pretendía que te quedaras esperándome en aquél cuarto, yo sabía que la tortura para mí se estaba terminando, pero también estaba consciente de que la tuya comenzaba desde allí, en esa hora y ese tiempo. Ya te lo he dicho, lo de nosotros es “un para siempre”, con toda esta distancia que hay entre nosotros, tú siempre serás parte de esta eternidad que vivo, aquí bajo los anhelos del hombre, bajo las pisadas de todos, bajo el olvido y bajo el recuerdo.
Aquél pestañeo decidió verte por última vez, repasar nuestra historia dentro de unos pocos segundos, mirarte borrosamente y sonreír a la vida antes de terminar sonriéndole a la muerte. Sin embargo hoy, deseo que te olvides de ese momento, que dejes de mirar las fotografías, que dejes la culpa enterrada junto a mi tumba, o por último bota todo ese estorbo a la basura, porque si en algo puedo contribuir a tu extensa melancolía, es diciéndote aquí en silencio o en sueños, que me dejes marchar, para que vaya a cotizar los precios de nuestra nueva casa, aquí en este lugar tan bonito. El único destino del hombre es la muerte, y llegará ella algún día a regalarte un pasaje de boleto igual que el mío, nos volveremos a reencontrar, porque nuestra historia de amor es “un para siempre”.



3 comentarios:

  1. Un amor que trasciende la barrera de la muerte. ¿Habrá alguno así? Dicen que sí...
    Un texto excelente, Adri.
    Un "para siempre" lleno de poesía.
    Hermoso.
    Un abrazo hasta Santiago.

    ResponderEliminar
  2. Muy lindo texto, Adriana. Me gusta la idea de que ella le pide que la deje ir. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  3. Gracias Greis y Pituti por sus bellos comentarios.
    Un abrazo desde Chile! =)

    ResponderEliminar