martes, 19 de junio de 2012

DOÑA ROSALIA Y EL PLOMERO

DOÑA ROSALÍA Y EL PLOMERO
Jorge U. Malpeli
Como casi todas las tardes de verano la muchacha de la casa colocó en la vereda dos sillas apoyadas a la pared , bajo la sombra de los aromos. Doña Rosalía, viuda del ingeniero Nicolai Nóvikov desde hace dos años, se sienta en una de ellas y lentamente quita la envoltura de un caramelo dulce y lo pone en su boca. Al momento, llega la muchacha con un mate amargo, recién cebado y mientras espera que Doña Rosalía lo tome, se sienta en la otra silla.
De su San Luis natal, en la lejana Argentina, Rosalía había traído, además de otras, la costumbre provinciana de tomar mate en la vereda con un caramelo en la boca tal como lo hacían los rusos en la colonia de Jacinto Araus donde vivió un tiempo con su marido Nicolai.
El sol ha bajado y el calor ha cedido bastante, cuando a su derecha, por la calle de tierra, se aproxima, montado en su bicicleta el señor Witold. Al no saber su origen ni su apellido muchos en el pueblo creen que su nombre completo es Witold Elplomero y así lo llaman. Es el nuevo vecino que se mudó a tres casas más allá. El señor Witold había llegado de Polonia, con una mano atrás y otra adelante y trabajó como soldador-plomero en la mina..
Antes de alcanzar la casa de doña Rosalía baja de su bicicleta, quita el broche de tender ropa de la pierna de su pantalón, asegura su caja de herramientas en el portaequipaje y con la gorra visera en una mano y la bicicleta en la otra, sube a la vereda y avanza con paso cansado. -Boastardes doña Rosalía -saluda y solamente, cuando está la muchacha agrega: Laura ... -como si la conociera de antes.
Sin esperar respuesta a su saludo se abrocha el pantalón, se pone la gorra, sube a su bicicleta y pedaleando lento, sin apuro, desciende a la calle en la próxima bajada.
-Creo que este te anda haciendo la pasadita -dice doña Rosalía, mientras devuelve el mate vacío. Laura no le responde. ¿Cuántos años tendrá?,calculo no más de cincuenta. Estos rusos siempre aparentan tener más -concluyó la viuda.
-No es ruso, es polaco -afirmó Laura.
-Da lo mismo.
-Además la pasadita se la hace a usted -completó la muchacha moviendo su dedo índice de arriba a bajo.
-¿Y vos cómo sabés? -preguntó doña Rosalía, pero la chica ya había entrado a la casa en busca de otra cebadura. -¿Y vos cómo sabés? -repitió la viuda al recibir el mate lleno.
-A veces lo veo en la carnicería -respondió Laura.
-¿Y qué carne compra, che?.
-El sigue con la kuchnia polska. Así que compra cerdo, falda de vaca, salchichas, tocino y en la verdulería hongos y repollos. Una vez me invitó a cenar. ¿Se acuerda el sábado que le pedí libre? Bue, fui. Preparó bigos -concluyó.
-¿Bigos? -preguntó Rosalía.
-Bigos, si -contestó Laura -es un tipo de guiso polaco que tiene de todo y además repollo cortadito. Está bueno...para aquellos a los que no les cae mal el repollo.
-¿No se habrá propasado, no? -insinuó la viuda -¿y que toma?
-En la comida vino y después unas copitas de vodka.
-Me gusta el vodka, es fuerte pero rico. En todos estos años -continuó Rosalía -al único que visité es al médico y no me fue tan, tan mal; algunas pocas alegrías y muchas tristezas. Son los únicos autorizados para tocarte ¿Verdad?
-Para que sepa no me propuso nada indecente, aunque ahora hacer el amor en la primera cita no es considerado indecente sino como un ... ¡Éxito Señora, éxito! -contestó Laura con retraso. Además se la pasó preguntándome por usted.
-Un santo, sin duda -dijo Rosalía intrigada -lo único que nos faltaba en el pueblo; ¡un plomero santo! ¿Y se puede saber qué te preguntó de mi?
-De todo señora...de todo, ¡hasta si tenía dinero, me preguntó!
-Y vos ¿ qué le dijiste?
-¿Yo? ¿Qué le voy a decir?-respondió Laura -la verdad, señora, la verdad. Que lo único que tiene es su jubilación y la pensión de su marido, que trabajaba en la mina.
-Muy bien hecho Laura, muy bien hecho, nadie tiene que saber cuanto dinero de la indemnización tengo en el banco... de cuando explotó la mina -afirmó Rosalía devolviendo el mate. -está haciendo frío che ...nos vamos para adentro... entrá las sillas. Si Dios quiere el próximo será nuestro último invierno en Yubiléinaya -agregó.
Días después...
-Mire doña – dijo Laura espiando por la ventana- ahí está de nuevo.¡Pobre! con el tremendo frío que hace, mirando para adentro.
-¿Quién? –preguntó Rosalía –no me digas que está Witold otra vez.; ¡dos grados bajo cero! Decile que espere, me pongo el ushanka y el gamulán y voy a saludarlo.
-Hace unos días lo vi de nuevo en la carnicería -afirmó Laura. -no estaba comprando; arreglaba un caño de agua en el techo que se rompió por congelamiento.
-Dobry wieczór -saludó la viuda. -Dobranoc contestoWitoldelplomero.
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-Vos subí tranquila - dijo Doña Rosalía -que yo sostengo la escalera
-¿Le parece señora? ¿y qué tengo que hacer allá arriba?
-¿Ves el caño de agua del tanque domiciliario? Bueno, quiero que le quites todos los trapos que lo recubren. Tomá... llevá el alicate para cortar las alambres.
-La trampa está armada –pensó Rosalía -mañana llamaré Witold por la pérdida de agua. Prepararé Bigos para la cena.... lo acompañaré con algunas copitas de Vodka.
Tal vez podremos bailar una mazurka de Chopin.

4 comentarios:

  1. ¡JAJAJAJA! ¡Ladina Doña Rosalía! Pobre Witold, no tiene escapatoria

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Cuando una mujer se lo propone en serio, tal como dice Greis: no hay escapatoria, así que ¡a encargar un buen vodka, jajajjajja!

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  3. ¿Te parece? Creo que Witoldelplomero a esa hora se duerme de cansado. ¿Conocés algun plomero cumplidor? Ja Ja. Yo no.

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