miércoles, 5 de diciembre de 2012
La historia de una perífrasis
Una noche como cualquier otra,
un aire otoñal clandestino
parecía desbordarlo todo.
Había un farol entre dos manos tibias,
la poca luz iluminaba dos hojas café,
dos hombros,
dos espaldas,
dos miradas.
La luna rondaba de vez en cuando,
y a veces caía una estrella,
(¿cuántos deseos esa noche
se habrán cumplido?).
Pero pasó el otoño
y el invierno sucumbió
con el presente,
hasta que los árboles
se llenaron de flores rosadas,
que luego maduraron con tristeza,
recordando la misma noche de otoño.
Ni el agua dulce
ni el calor tibio del mar
pueden contenerse a ese momento,
ambos brotaron lágrimas
en honor a esas dos hojas café,
dos hombros,
dos espaldas,
dos miradas.
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El otoño en esas dos hojas color café que el viento y el tiempo se llevaron...
ResponderEliminarY la primavera renacida no se lleva la melancolía ni el recuerdo de esas dos espaldas.
Bello poema, Adri. Muchas gracias por compartirlo.
Rolando me sacó las palabras de la boca... Bello poema.
ResponderEliminarPerdón por la ausencia, estoy muy loca con el trabajo hasta enero.
Un abrazo!